Porque la palabra de Dios es viva y eficaz y más cortante que cualquier
espada de dos filos; penetra hasta la división del
alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos,
y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones
del corazón. Hebreos 4.12
Guillermo
Wilberforce era un brillante joven de veinticuatro años cuando fue elegido miembro del Parlamento inglés. Era muy despreocupado
en asuntos de religión. Pero una vez durante un viaje, por invitación de su amigo el Rev. Isaac Milner, leyeron todo el Nuevo
Testamento en griego, idioma que ambos amigos conocían perfectamente, y esa simple y sola lectura revolucionó la vida de Wilberforce:
fue un hombre nuevo, un digno senador cristiano y el abogado decidido de la abolición de la esclavitud.
Sucedió
en Inglaterra también que, para combatir a Pedro Mártir que daba unas conferencias en la Universidad de Oxford, conferencias
de esencia netamente antipapista, el clero se alarmó y designó a Bernardo Gilpin para que lo combatiera. Preparándose para
la lucha leyó las Escrituras, los escritos de los padres y después de todo, renunció a la iglesia del papa.
Eso
sucede a toda persona que lee las escrituras, ellas transforman a la persona y la capacitan para las faenas de la vida.
Bendiciones
Hno.
Fredy Monterroza
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