Sansón fue a Gaza y vio allí a una mujer prostituta, y se unió a ella. Y fue dicho a los de
Gaza: “Sansón ha venido acá.” Entonces ellos lo rodearon y lo estuvieron acechando toda la noche, junto a la puerta
de la ciudad. Estos estuvieron en silencio toda la noche, diciendo: “Cuando aparezca la luz de la mañana, entonces lo
mataremos.” Pero Sansón estuvo acostado solamente hasta la medianoche. Se levantó a la medianoche, y tomando las puertas
de la ciudad con sus dos postes, las arrancó con cerrojo y todo. Las puso sobre sus hombros y las subió a la cumbre del monte
que mira hacia Hebrón.
Aconteció después de esto que Sansón se enamoró de una mujer del valle de
Sorec, cuyo nombre era Dalila. Y fueron a ella los jefes de los filisteos y le dijeron:
—Persuádele y averigua en qué consiste su gran fuerza, y con qué lo podríamos dominar
para atarlo y atormentarlo. Entonces cada uno de nosotros te dará 1.100 piezas de plata.
Y Dalila dijo a Sansón: Dime, por favor, en qué consiste tu gran fuerza, y con qué podrías
ser atado para ser atormentado.
Sansón le respondió: Si me atan con siete cuerdas de arco frescas que aún no estén secas,
entonces me debilitaré y seré como un hombre cualquiera.
Los jefes de los filisteos le llevaron siete cuerdas de arco frescas que aún no estaban secas,
y ella lo ató con ellas. Ella tenía personas acechando en un cuarto. Entonces ella le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti!
Pero él rompió las cuerdas como un cordel de estopa se rompe cuando toca el fuego. Y no se supo en qué consistía su fuerza.
(JUECES 16:1-9)
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