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Israel rechaza la tierra prometida
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Entonces Jehová habló a Moisés diciendo: “Envía hombres para que exploren la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel. Enviaréis un hombre de cada tribu de sus padres; cada uno de ellos debe ser un dirigente entre ellos.”

Entonces fueron y se presentaron a Moisés, a Aarón y a toda la congregación de los hijos de Israel, en el desierto de Parán, en Cades, y dieron informes a ellos y a toda la congregación. También les mostraron el fruto de la tierra. Y le contaron diciendo: —Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos enviaste, la cual ciertamente fluye leche y miel. Este es el fruto de ella. Sólo que el pueblo que habita aquella tierra es fuerte.

Entonces Caleb hizo callar al pueblo delante de Moisés, y dijo: ¡Ciertamente subamos y tomémosla en posesión, pues nosotros podremos más que ellos! Pero los hombres que fueron con él dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.

Entonces toda la congregación gritó y dio voces; el pueblo lloró aquella noche.

Todos los hijos de Israel se quejaron contra Moisés y Aarón; toda la congregación les dijo: ¡Ojalá hubiésemos muerto en la tierra de Egipto! ¡Ojalá hubiésemos muerto en este desierto! ¿Por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada?

¿Para que nuestras mujeres y nuestros pequeños sean una presa? ¿No nos sería mejor volver a Egipto? Y se decían unos a otros: ¡Nombremos un jefe y volvámonos a Egipto! (NÚMEROS 13:1, 2, 26-28a, 30, 31; 14:1-4)

 

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