Pero tú eres santo. ¡Tú, que habitas entre
las alabanzas de Israel!
Nuestros padres esperaron en ti: Esperaron,
y tú los libraste.
Clamaron a ti y fueron librados; confiaron
en ti y no fueron defraudados. (Salmo 22.3-5)
El comienzo de la sabiduría es el temor
de Jehová, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia.
Porque por mí se aumentarán tus días,
y años de vida te serán añadidos.
Si eres sabio, para ti lo serás; pero
si eres burlador, sufrirás tú solo. (Prov. 9.10-12)
Dice nuestro Redentor, cuyo nombre es
Jehová de los Ejércitos, el Santo de
Israel. (Isaías 47.4)
Estaba en la sinagoga un hombre que tenía
un espíritu de demonio inmundo, y él exclamó a gran voz: ¡Ah! ¿Qué tienes con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido para
destruirnos? Yo sé quién eres: ¡el Santo de Dios! Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate y sal de él! Entonces el demonio
salió de él, derribándole allí en medio de todos, pero sin hacerle ningún daño. Todos quedaron asombrados y hablaban entre
sí diciendo: ¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen? (Lucas 4.33-36)
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relacionados:
SALMO 16: ISAÍAS 40:25-31; 54:5; HECHOS 2:22-39
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