(Mt. 1.15; Ro. 12.2; Co. 2.16; Jn. 14.14; Fl. 2.5ss.
En contraposición a la ética de la ley, de formación
predominantemente negativa (8 de los 10 mandamientos van encabezados por un “no”), tenemos la ética de la gracia
la cual es eminentemente positiva (1 Jn. 3.23).
Todo lo que se hace debe ser para la gloria de Dios con acción de
gracias (1 Co. 10.30-31), pero si falta la esa intención es defectuosa, llegándose a un conflicto de deberes, por lo que hay
que escoger siempre el valor más alto: entre la alternativa de que tener que obedecer a Dios o a una autoridad humana, es
menester obedecer a Dios, arrostrando las consecuencias (Hch. 4.19; 5.29). Si
hay que elegir entre la vida de la madre o la del feto, aquella es más importante.
Complacer a Dios (Ro. 8.8; 12.1; 2 Co. 5.9; Ef. 5.8-10;
1 Ts. 2.4.4.1).
La edificación de la iglesia (1 Co. 8.1; 10.23; Ef. 4.15-16; 25-29; 1 Ts. 5.11).
Clases de motivos:
Dignos:
q La estima
de la recompensa eterna (Ro. 2.5; 13.11-14; 1 Co. 7.28-29).
q La fugacidad
de la vida presente (1 Co. 15.55-58; 1 Ts. 5.2-11; Apoc. 14.13).
Indignos:
q La gloria
humana (Mt. 6.1,2; 5.16; Jn. 5.42-44).
q El temor
humano (Ef. 6.6).
q El arrepentimiento
por temor al castigo (1 Co. 7.9-10), en que el temor a la pena se convierte en motivo único en vez se concomitante (Mt. 5.29;
10.28; 18.9; 23.23).
Mérito o recompensa:
Mérito: La Biblia no reconoce ningún mérito en nuestras acciones delante de Dios (Is. 64.6), pues nada
tenemos que no hayamos recibido (1 Co. 4.7) y nuestra competencia proviene de Dios 2 Co. 3.5) de modo que después de cumplir
todo lo que el Señor haya mandado mandado hemos de decir: “Siervos inútiles
somos...” (Lc. 17.10).
Recompensa: Prometida para toda buena obra, aun por un vaso de agua (Mt. 10.42).
Estas son: Corona incorruptible: Para los que obtengan dominio sobre el hombre viejo [reyes de su vida] (1 Co. 9.25), de gozo: Para los ganadores de almas (1 Ts. 2.19), de vida: Para los que resisten las pruebas (Stg. 1.12), de justicia:
Para los que aman su venida (2 Tm. 4.8), de gloria: Por su disposición de apacentar
la grey [pastores] (1 P. 5.4).
De dónde escogen las recompensas:
* De justicia que Cristo ha ganado para los justos (Tito 3.5-6).
* De la fe, surgen de las obras (1 Ts. 1.3).
* Del amor, surgen de la acción (Gá. 5.6).
* De la paciencia, surgen de la esperanza (Heb. 10.35-36).
Por lo tanto, la recompensa es justamente concedida al justo, cuya
conducta a estado en conformidad con la voluntad de Dios (1 Tm. 6.11; 2 Tm. 2.22; 3.16; Tito 3.5).
Los que mueran en comunión con Dios son felices y se les ha prometido
descansar de sus trabajos “porque sus obras con ellos siguen” (Apoc. 14.13), pero, notemos que sus obras no van
delante como méritos, ni detrás, como si la recompensa se hiciese de esperar, sino, “siguen con ellos”, como dándoles
escolta.
HÁBITO Y RUTINA
Hábito: En la vida espiritual recibimos todo de gracia como una renta de poder diaria. Según nos sintamos débiles obtenemos poder para vencer (2 Co. 12.9-10), por tal razón, debemos de pedir
el pan de cada día (Lc. 11.3), de la misma manera en que cada día se toma la cruz (Lc. 9.23).
La gota que Dios nos al principio es la que cuenta. Sin embargo, el ejercicio
constante de la virtud debe de ir produciendo buenos hábitos de conducta. Si
estamos viviendo esa gota diaria, el Espíritu Santo nos mostrará “cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”
(Ro. 12.2). No que lleguemos a ser perfectos, ya que, por muy buenos hábitos
que hayamos adquirido siempre será verdad lo dicho por Santiago: “Todos
ofendemos muchas veces” (3.2).
Rutina: El óxido del hábito es la rutina. Es la muerte de
la vida, empobrecen nuestra personalidad espiritual y provocan náuseas a Dios, las mismas pueden ser fórmulas de profesión
de fe, de estatutos y reglamentos que pierden flexibilidad e impiden la libre acción del Espíritu en una comunidad eclesial.
La norma del hombre nuevo:
Norma: gr. “gnosisma” = señal, marca, medida reconocible.
Éticamente: Regla moral a la que deben de ajustarse nuestros actos.
Constitutiva: Perfección propia de cada ser.
El temor a Dios y la observancia de sus mandamientos es “el todo del hombre” (Ecl. 12.13). El hombre debe de reencontrar su norma en la voluntad de Dios, conforme El la ha revelado.
Clases:
Preceptiva: Presupone un legislador: La ley del Supremo Hacedor y Rector del universo.
Natural: Escrita en el corazón del hombre (Ro. 2.14-15).
Clases de Preceptiva:
Escrita: Decálogo (Ex. 20, Dt. 5): Se encargaba del pacto con el pueblo de Israel,
era un pacto de esclavitud (Gá. 4.24; 5.1). Era sólo para los judíos.
Declarativa: La conciencia (“con-sciencia” = saber dentro de sí). Norma
del sujeto moral, la cual nos señala la existencia de la ley y nuestra obligación de observarla (Ro. 2.15; 3.20; 14.23).
No estáis bajo la ley, sino bajo la gracia:
¿El
Decálogo es norma moral del Cristiano?
Legalismo:
El decálogo es norma moral del cristiano y debe de observarse para ser salvo (justicia propia), si no nos acarreamos
contaminación.
Extremos antibíblicos:
Antinomianismo (“anti” = contra y “nomos” = ley). Según este extremo por haber
cumplido Cristo perfectamente la ley, el creyente no tiene obligación moral, sino, únicamente vasta la fe para ser salvo.
La ley no es medio de salvación (Ro. 3.28) y no tiene poder para
condenar al creyente (Ro. 8.1).
¿Es la ley escrita en Ex. 20 y Dt. 5 la norma ética del cristiano?
1- No es la norma moral del creyente porque es pacto de esclavitud para Israel (Ro. 2.14), sin embargo,
la salvación por el mensaje del evangelio es para todas las naciones (Mt. 28.19), por lo tanto los creyentes no están obligados
al pacto de esclavitud (Ro. 10.4), según J. Murray en este texto el “fin” es significado de “telos”
lo que no indica punto de destino sino terminación, por las razones siguientes:
a- Este es un significado preponderante en el N.T. (Mt. 10.22; 24,6,14; Mr. 3.26; Lc. 1.33; Jn. 13.1;
Ro. 6.21; 1 Co. 1.8; 15.24; 2 Co. 1.13; 3.13; 11.15; Fl. 3.19; Heb. 6.11; 7.3; 1 P. 4.7).
b) “Telos” es predicado, no sujeto de la oración gramatical, si el significado fuera designio
o destino lo normal es que el apóstol lo pasase a sujeto para expresar que la culminación del propósito de la ley era Cristo.
c) En todo contexto próximo o remoto se plantea la antítesis entre la justicia de la ley (obras) y la
justicia de Dios (fe). La idea más apropiada para este contexto es que el Apóstol
habla en el vr. 4 de la ley como medio de justificación ante Dios y de Cristo al proveer con Su obra redentora una medio de
justificación diferente, la fe acaba con la función justificante de la ley. No
hay que olvidar que el modo de andar del cristiano es el mismo creer (Col. 2.6) y al derribar Cristo el muro de separación
(Ro. 10.4) judíos y gentiles vienen a formar un solo cuerpo en el El (Ef. 2.14-16) viniendo a ser abolida la ley para todos
(Ro. 3.19-31; 4.1-24; 6.7-14; 10.4; Gá. 3.24; 5.4-6). Clavada en la cruz del
Calvario
(Ef. 2.15; Col. 2.14) de ahí que si volvemos a la ley caemos de la gracia, ya que, esta nos libera de
la ley (Ro. 7.4; Gá. 5.4).
¿Estámos entonces los creyentes sin ley? No porque, ahora, estamos bajo la ley de Cristo.
La norma del creyente es la ley de Cristo:
No estamos bajo la ley del Decálogo, sino bajo la ley de Cristo
o sea sujetos a la voluntad de Cristo para las operaciones del Espíritu Santo. El
amor mutuo es la ley de Cristo que perfecciona, consuma y acaba con la ley escrita (Gá. 5.23) el cual debe de ser el verdadero
distintivo del cristiano:
* Cumple y rebasa la ley (Jn. 13.34-35; 15.12-17; Ro. 13.8-10;
Gá. 5.14).
* Liberta (2 Co.3.17; Gá. 5.13; Stg. 1.25-27; 2.8; 1 Jn. 2.7-11; 3.13; 18.23; 4.7-8,11,20,21; 5.1-2; 2
Jn. 5
* Las “10 palabras” se condensan en la “Palabra” (Jn. 1.1-18).
Entendido
el amor como genuino ágape divino.
El
creyente al cumplir la ley de Cristo cumple todos los aspectos positivos del Decálogo.
Bendiciones.
Hno. Fredy Monterroza.
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