¿Por
qué te abates, Oh alma mía?
Entraré
al altar de Dios, Al Dios de mi alegría y de mi gozo; Y te alabaré con arpa, Oh Dios, Dios mío.
¿Por
qué te abates, Oh alma mía, Y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios
mío. (Salmo 43:4-5). RVR
¡Oh, cuan
maravilloso es nuestro Dios! cuando la tristeza embarga nuestra vida, podemos clamar como los hacia el salmista. ¿Por qué
te abates, oh, alma mía? El no estaba loco, cuando hablaba a su alma. El sabia que tenia autoridad para darle ordenes. No
deje que su alma le diga lo que hay que hacer. Podemos ejercer autoridad sobre todo problema y desilusión en la vida, porque
en Cristo Jesús somos más que victoriosos.
No abrases
más la desilusión, porque te sentirás continuamente como una victima.
Habla
con Dios y dile: “Gracias Señor porque nos libras de los malos pensamientos y de la confusión”.
Dile como
le decía el salmista. Dile a tu alma, ¡espera en Dios, porque aun he de alabarle!
Dios te
dará su alegría, su gozo, y la salvación.
Bendiciones.
Hno. Fredy
Monterroza.
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