Si un niño se trata con respeto, se sentirá bien consigo
mismo y lo más probable es que sea respetuoso con los demas incluso con sus propios hijos cuando sea padre.
La mentira hacia los niños es otra manera de faltarles
el respeto. Cuando lo hacemos perdemos credibilidad y les hacemos pensar que esta bien decir mentiras. Un ejemplo sería, cuando
hacemos promesas a los niños y no las cumplimos, al hacerlo perdemos la oportunidad de ayudarlos a tener una mentalidad sólida
contra las mentiras y cuando los castigammos por mentirosos aumentamos el problema.
Hay actitudes que humillan a los niños por ejemplo, cuando
cometen errores. Con frecuencia se les dicen fraces como: estúpido, tonto, flojo, egoísta, en lugar de buscar la respuesta
del porque él se está comportando de es manera y poder encontrar una solución que pueda favorecerle en su actitud.
El enojo exagerado y la impaciencia hace que los niños
se vuelvan defensivos y vengativos.
Si queremos que nuestros hijos crescan respetándose
a sí mismos y a los demás, debemos ser corteses, considerados y respetuosos con ellos. Debemos evitar el sarcasmo y la
humillación y los gritos. Tenemos que reducir al mínimo el enojo e impaciencia, dejar de decirles mentira y escucharlos más
y hablar menos. Es necesario tratarlos, no como objetos que pueden controlarse y manipularse, sino como verdaderas personas
que son. Hay que mandar menos y sugerir más. Debemos aprender a decir por favor, gracias, con permiso, hasta cuando hablamos
con los niños.
Dios bendiga a los niños y nos ayude a nosotros los padres
a tratarlos con el debido respeto que ellos se merecen como seres humanos que son.
Hno. Fredy Monterroza.
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