B. EL PASTOR Y LA SOCIEDAD
El papel público del ministro no es solo de un profeta sino también el de un
pastor. El pastor de Dios se preocupa por las necesidades de la comunidad y las oportunidades del ministerio, así como por
la moralidad pública de la sociedad. Al lado de la edificación de la congregación y el cuidado pastoral, el ministro tiene
un ministerio público que es más grande que las demandas de una iglesia en particular.
El papel del ministro en la sociedad lo asigna tanto la tradición bíblica como
la responsabilidad profesional. Como interactuar con el mundo, ha sido la base de muchos debates teológicos y la ocasión de
muchos movimientos históricos. Quizá nadie ha retratado mejor la lucha del cristianismo para relacionarse con el mundo o la
sociedad, que H. Richard Niebuhr en su obra clásica, Cristo y la cultura.
El profesor de la escuela de divinidades de Yale hizo una pregunta que cada
generación de cristianos debe responder. En medio de las lealtades próximas en cada sociedad (familia, Estado, iglesia), Como juzga el creyente entre la lealtad a Cristo y las muchas lealtades de la cultura?
El profesor de ética bosquejeó cinco patrones de esta relación entre cultura y la iglesia que han acontecido a través de la
historia. Los primeros dos son los que el llama “respuestas radicales”.
Cristo contra la cultura, es la respuesta
de los grupos sectarios que condenan la cultura y se separan de ella. Debido en parte a una comunidad romana inmoral
y pagana, los primeros cristianos como tertuliano tomaron esta posición. Otros grupos mas tarde, como los ascéticos, monásticos
y las modernas comunidades Amish: menonitas), ilustran este mismo rechazo a la cultura.
La segunda respuesta radical se denomina Cristo de cultura. Como el nombre lo
indica, los primeros gnósticos cristianos y los modernos protestantes culturales, selectivamente identificaron ciertos aspectos
de la cultura y Cristo. Para ellos la cultura interpreta a Cristo; los mejores conocimientos de la civilización (científica,
filosofía) armonizan con la revelación.
Que dicen estos dos acercamientos al ministro moderno? Todavía existe el peligro para los líderes cristianos de hoy de relacionarse con la comunidad en una de
estas dos formas. Un pastor puede darse por vencido en cuanto al mundo y retirarse de la sociedad, dando por sentado que ha
sido vendido a satanás y al pecado y que esta totalmente fuera de la redención. Muchos cristianos conservadores en este siglo
han buscado separarse del mal renunciando a la “mundanalidad”.
Los evangélicos de la década de los noventa se identifican mas frecuentemente
con la cultura. Muchos varían en el movimiento de la derecha religiosa y la tendencia
hacia la religión civil, una repetición de la antigua estrategia de “cristianizar” una parte de la cultura.
Actualmente podría ser un partido político o un movimiento social. Los errores
del movimiento evangélico social a principios de 1900, pueden repetirse en los muchos
movimientos religioso-políticos de la última parte de este siglo.
Niehbur correctamente rechaza estas dos posiciones extremas por
varias razones teológicas básicas. Ambas separan la naturaleza de la cultura, negando que el Dios creador es también
el Dios que Gobierna. La posición “contraria” se mueve solamente
a Cristo; la otra solamente a la cultura. El teólogo de Yale prefiere otra alternativa; la “iglesia del centro”, que trabaja para cambiar la sociedad relacionando propiamente a Cristo con la cultura.
Tres tipos representan este acercamiento preferido de la iglesia y el
mundo. Cristo sobre la cultura, es una respuesta sintética que afirma tanto el mundo como la fe, pero da un valor superior
a Cristo sobre la cultura. Cristianos como Tomas de Aquino creían que el mundo natural revelaba mucha verdad sobre Dios y la vida, base sobre la cual podía añadirse una revelación sobrenatural a este fundamento
de conocimiento natural. Cristo y la cultura en paradoja es un acercamiento dualístico a la vida en comunidad.
Martín Lutero enseñó que una persona vive
en dos reinos: El estado tiene la última palabra en asuntos seculares; la iglesia tiene autoridad en los asuntos espirituales.
El cristiano vive en tensión paradójica, porque los dos mundos no siempre están de acuerdo, pero ambos deben ser obedecidos
siempre.
El acercamiento preferido que discute Niebuhr, es Cristo el transformador de
la cultura. Este acercamiento “convencionista” busca trasformar al mundo en conformidad con la voluntad de Dios.
Se basa en la de que las demandas de Cristo se extienden al todo de la vida y la sociedad. Los pensadores cristianos como
Agustín y Juan Calvino, así como otros líderes modernos de los grandes avivamientos (1726-1810)
y el movimiento del evangelio social, representan esta estrategia.
Que es lo que estos ejemplos históricos enseñan a los ministros contemporáneos
sobre la vida en comunidad? Obviamente advierten a los líderes cristianos de estar alertas a no separarse del mundo, o
de una identificación utópica del Evangelio con la cultura. Aprovechándonos del
tema de Niebuhr, el ministro cristiano debe afirmar lealtad absoluta a Jesucristo y ajustar sus lealtades a la cultura.
Dios es Creador, Gobernador y redentor; pero el pecado es también radical y
universal. El involucramiento cristiano en la comunidad debe ser siempre realista: Toda cultura esta corrompida por el
pecado. Al mismo tiempo, al mismo tiempo el Evangelio de Jesucristo es poderoso y las sociedades pueden ser transformadas.
Estas dos realidades crean una tensión saludable entre los ideales cristianos y la acción social y el Evangelio.
Un hecho permanece: La iglesia esta en el mundo, y el mundo esta también
en la iglesia. La comunidad presenta al ministro una amenaza y una oportunidad. A veces el pastor dirige a la congregación
para ministrar en la comunidad, como amigo a amigo. Otras cuando los males sociales levantan sus cabezas de dragón, el profeta
debe seguir adelante como un caballero para luchar contra las fuerzas que destruyen la vida humana. Ser ministro en el mundo
es éticamente demandante, porque requiere del pastor un papel doble de pastor y profeta.
¿Que bases bíblicas y teológicas tienen los ministros para el involucramiento
ético en la comunidad? Una de las primeras revelaciones de la Escritura es que
Dios es Creador de todo lo que es: “Dios vio que todo lo que había hecho, y he aquí que era muy bueno” Génesis
1:31). Esta buena creación, el mundo de la naturaleza y el mundo de la cultura,
esta gobernada por un Señor soberano a quien la humanidad es responsable Génesis 2; Mateo.25:31-46). El orden creado por Dios no permaneció por mucho tiempo. El pecado y el mal entraron
rápidamente en el cuadro, corrompiendo la tierra y a todas las personas sobre ellas (Génesis 3).
Sin embargo, la revelación última de la Escritura no es sobre la ruina
sino sobre la redención. Dios el Creador y Gobernador del mundo es también el Dios redentor. La historia de la Biblia,
del mar Rojo al Gólgota, es la narración del único Redentor que trabaja y esta trabajando para transformar el reino de esta
tierra en el reino de Dios (Apocalipsis 21). Los profetas del Antiguo Testamento
caminaron en su mundo para proclamar la necesidad de justicia social y rectitud comunitaria
(Amos 5:21-24) Isaías condeno los festivales
religiosos y las ofrendas sin significado de Judas, porque su religión era éticamente deficiente; no funcionaba en la vida
diaria.
Dejad de hacer el mal. Aprended a hacer el bien, buscad el derecho, reprended
al opresor, defended al huérfano, amparad a la viuda (Isaías 1:16-17)
Quizá Miqueas resume mejor el llamamiento de los mensajeros del Antiguo
Testamento para la justicia social: ¡Oh hombre, El te ha declarado lo que es bueno!
Que requiere de ti Jehová? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios. (Miqueas 6:8).
El
Nuevo Testamento continua con el interés por la justicia social expresado en el Antiguo Pacto. Los evangelios testifican de
este énfasis profético a través de la vida y enseñanzas de Jesús, quien con frecuencia confirmo su intención de no “abrogar
la ley o los profetas... sino...cumplir” “Mateo 5:17”. Cristo explico
en el sermón del monte que sus seguidores eran ciudadanos de un nuevo reino y vivían por una nueva ley: La ley de la justicia
Mateo 5:20.
Como “sal de la tierra” y “luz del mundo”, a los discípulos
de Jesús se les envió a ejercer una influencia positiva en una sociedad obscurecida y en decadencia (Mateo 5:13-16). Sus seguidores
son llamados a vivir en el mundo (Mateo 5:21-28), de acuerdo con los ideales éticos inherentes al carácter moral de Dios:
“sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que esta en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48).
Como la comunidad del nuevo pacto con Dios, la iglesia cristiana no es un fin
en si misma; los discípulos de Jesús son el cuerpo de Cristo en el mundo. La comunidad cristiana debe ocuparse en hacer
lo que Jesús hizo, porque el Señor dijo: “Como me ha enviado el padre, así también yo os envió a vosotros” (Juan
20:21).
La posición de los “llamados”, como la de Israel, es servicio,
no de privilegio. Como el maestro de un reino ético, Jesús continuamente desafió
el orden social de su tiempo. Fue crucificado porque amenazaba los poderes sociales y políticos del primer siglo, tanto judíos
como romanos. Jesús fue radical en muchas de sus acciones: se identifico con los pobres, los oprimidos y los proscritos de
su sociedad. Violento a muchos asociándose con mujeres en público, tratándolas como iguales. Su interés por los débiles era
un reto al trato injusto de Roma a los “inútiles” y a las muchas distinciones sociales de Israel.
La declaración de Pablo de que todos somos iguales, que “ya no hay
judío ni griego, no hay esclavo ni libre, no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Galatas
3:28), se convirtió en un grito de batalla del siglo primero para derribar las paredes sociales que dividían y destruían
el valor y la dignidad humanos. El apóstol a los gentiles reconoció la autoridad civil como ordenada por Dios y digna
de respeto y obediencia (Romanos 13:1-7).
Sin
embargo, su vida reflejo las palabras de Simón Pedro de que Dios siempre viene primero que la voluntad del estado (Hechos
4:18-20).
A la luz de las enseñanzas de la Biblia y del testimonio de la tradición cristiana,
los discípulos modernos no podemos retirarnos de la arena de la política y la
economía diciendo que el mundo es demasiado malvado como para que los cristianos
nos involucremos en el.
Al mismo tiempo, los dirigentes morales de la iglesia, los ministros cristianos,
deben ser los primeros en admitir que el camino del mundo no es el camino de la cruz. El testimonio cristiano en la comunidad
debe ser siempre cristiano. ¿Como puedo ser sal y luz en la comunidad, sin perder mi sabor y mí brillo?
Hay muchas formas en que un ministro puede servir a su comunidad. Desde levantar
fondos hasta discursos cívicos, el líder de la iglesia tiene oportunidad de representar a la iglesia y al Señor de la iglesia
en la comunidad. El motivo siempre debe ser el amor al prójimo y el servicio desinteresado en el nombre de Cristo.
El servicio público para el ministro significa compromiso al principio ético de justicia.
Bendiciones.
Hno. Fredy Monterroza