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Genesis 1:1
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En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Génesis 1:1)

 

Es maravilloso ver, que la Palabra inspirada por el Espíritu Santo a través de los siervos que fueron escogidos para que la misma fuera transmitida de forma verbal; comienza declarando que: “Dios es el creador de todo lo que existe”.

“Todas las cosas por él fueron hechas”… (Juan 1:3a).

“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él”. (Col. 1:16).

Sabiendo esto, entendemos que el propósito de la creación es ensalzar a Dios como el soberano de la creación y enseñar a la humanidad a alabarle y servirle como soberano y señor.

Este versículo de Génesis 1:1, que es tan enfático sobre el señorío de Dios; ha servido muchas veces de controversia entre muchos teólogos de diferentes denominaciones. Pero lo que antes era oscuro a la vista de muchos, ahora se puede comprender de una forma más clara con la ayuda que tenemos de:

La arqueología: (ciencia que estudia las civilizaciones antiguas por medio del análisis de los vestigios de la actividad humana).

La Geología: (ciencia que estudia y describe los materiales que forman el globo terrestre, las transformaciones y evolución y los fósiles).

La oceanografía: (es el estudio físico, químico y biológico de las aguas y de los fondos marinos).

 

Ellos han logrado grandes descubrimientos que prueban que la tierra en realidad es antiquísima.

Aun así, como seres humanos dependemos de la revelación por medio de las Sagradas Escrituras como autoridad Máxima. 

 

 

Harold W. Clark en su obra (Nuevo Diluvianismo) dice: los depósitos sedimentarios inferiores del golfo de Méjico muestran evidencias de inmensos volúmenes de agua que avanzaron en dirección noroeste en un mar de poca profundidad, mientras los estratos superiores demuestran una corriente inversa formada por grandes olas que arrastraron arena, grava y arcilla en dirección suroeste a través de los sedimentos mas profundos. Estas corrientes eran tan inmensas que acarrearon los materiales, a distancias de centenares de kilómetros. No se conoce hoy en día ningún lugar de la tierra donde se produzca tan tremenda acción de las aguas.

Las inmensas fuerzas que formaron las grandes cadenas montañosas de los Alpes como, los Andes, y las Rocosas, no pueden ser parangonadas ni remotamente con ningún fenómeno observable hoy en día. Estos sistemas montañosos se desarrollaron siguiendo el curso de antiguos mares que eran largos y angostos y aparentemente de poca profundidad al comienzo, pero luego fueron recargados con miles de metros de sedimentos rápidamente depositados. Luego se produjeron veloces movimientos hacia arriba acompañados por la acción erosiva de tremendas corrientes de agua que dieron forma a los actuales picos montañosos.

Acompañando a estos movimientos ascendentes también hubo formidables presiones laterales de fuerzas inconcebibles. Así, por ejemplo, toda la porción media y oriental de las montañas Rocosas, en los Estados Unidos de América, fueron arrojadas violentamente hacia el Este, lo cual produjo una serie de gigantescos pliegues que en algunos casos se partieron en dos y lanzaron una cadena montañosa por encima de otra a enorme distancia. Los Alpes fueron tan violentamente transformados que los geólogos casi se hallan desconcertados para interpretar los estratos. Un punto que no admite discusión es que fuerzas tremendas, que superan todo lo imaginable hoy en día (y por ende imposible de calcular en cuanto a duración) perturbaron la superficie terrestre en gran manera y un ritmo totalmente distinto de lo que se observa hoy.

 

Los recientes conocimientos logrados sobre la física nuclear han incorporado nuevos tipos de evidencias que parecen confirmar la antigüedad de la tierra; lo cual se refiere a la desintegración de los minerales radioactivos. De acuerdo con el cálculo efectuado por los físicos, el uranio 238, en un periodo de 4500 millones de años, se desintegrará a través de 16 etapas intermedias (torio 234) hasta transformarse en plomo 206, que es un mineral estable y que no podrá descomponerse por medio de la radioactividad. El rubidio 87 toma 60.000 millones de años para transformarse en estroncio 87. Calculando la proporción del producto “hijo” en relación con el depósito radioactivo padre, es posible estimar la edad de la muestra  en cuestión.

 

Los mas recientes geocronólogos han perfeccionado técnicas que eliminan, en alto grado, los posibles errores (tales como la presencia de un mineral “hijo” en el momento en que fue depositado el isótopo radioactivo, o la perdida de algunas porciones de la muestra por la acción submarina del agua). Tienden a utilizar 2 o 3 isótopos radioactivos cuando presentes en un mismo depósito y pueden así controlar la exactitud de los resultados calculados de cada muestra desintegrada. Es de público conocimiento el método del carbono 14. Toda las plantas y animales incorporan a sus tejidos cierta cantidad de carbono 14 (un producto de la descomposición del nitrógeno bajo el impacto de los rayos cósmicos en la atmósfera superior). Luego que el animal o la planta muere, no puede absorber más este carbono 14, y lo que ya contiene en su organismo se desintegra gradualmente por medio de la radioactividad, para formar nitrógeno 14. Este proceso, sin embargo, se realiza con cierta rapidez, a lo largo de un periodo que no supera  los 5580 años, y por ello resulta inútil para depósitos que tengan 30.000 años o más.

¿Puede semejante lapso (5.000 millones de años o mas, de acuerdo con ciertas estimaciones – hechas, por supuesto, sobre la base de conjeturas uniformistas) avenirse con los seis días de la creación de Génesis 1? Todo depende del alcance o significado que le demos al vocablo hebreo Yōm (día). Las teorías sostenidas por los eruditos bíblicos respecto a estos (días) pueden reducirse a tres alternativas.

  1. La palabra Yōm representa literalmente un día de 24 horas, y Génesis 1:3; 2:3 nos relata lo ocurrido en una semana en la cual Dios restauró totalmente del caos una creación (que se registra en Génesis 1:1) que había sufrido una catástrofe cósmica (cuando Satanás y sus Ángeles fueron expulsados de la presencia de Dios). El apoyo para esta interpretación se encuentra en Isaías 45:18 donde dice que Dios no creó la tierra “vacía” (en vano Reina Valera), (hebreo, bohu, igual que el término “vacío” de Génesis 1:2). Por lo tanto, Génesis 1:1 indica una creación completa y perfecta, antes del estado caótico mencionado en Génesis 1:2, la respuesta la encontramos en Isaías 45:18, donde dice que Dios no creó la tierra en vano, sino para que fuera habitada. Por lo tanto, debemos mencionar a este respecto que el verbo “estaba” en Génesis 1:2 puede traducirse “llegó a estar”, en el sentido de transformarse: Y la tierra llegó a estar desordenada y vacía). Solamente una catástrofe cósmica podría explicar la introducción de una confusión caótica en la perfección original de la creación de Dios. No hay duda de que esta interpretación es sostenible desde el punto de vista exegético.
  2.     Yōm representa un día de revelación. Es decir, en seis días literales (o posiblemente en una visión que le mostró a Moisés todo el drama de la creación en seis días visionarios) Dios describió a su profeta el misterio de cómo se produjo la creación y las etapas en que lo hizo. Estas etapas no representaron necesariamente un orden estrictamente cronológico (ya que la creación de los cuerpos celestes correspondió al cuarto día, después de crear los vegetales que necesitan de la luz para existir. Solo en parte son cronológicos y en parte temáticos. Es decir, que las diversas etapas o fases de la creación se presentan en un orden lógico, tal como se manifiesta al observador humano que vive en la tierra. Por lo tanto, es más lógico describir primero la superficie de la tierra sobre la cual tiene que estar el observador, antes de presentar el sol y la luna que habrían de brillar sobre la tierra y regular las estaciones.
  3.  

Aparentemente en Génesis 2:4 se usa la palabra Yōm, que como dijimos anteriormente es un día de 24 horas literales. En el versículo que hemos mencionado simplemente describe el proceso de la creación que se llevó a cabo en seis días, “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos. Reina Valera 1960, y La Biblia de las Américas, revisión directa de “Amercan Standard Bible” 1901.

Por eso es importante que entendamos, que Yōm en el versículo 4 de Génesis 2, está describiendo todas las etapas de la creación desde el primer día hasta el sexto día, lo cual es lógico que no se refiera a un día literal de 24 horas. Un ejemplo sería cuando decimos “el día de mañana” y no por eso queremos decir que se trata de un día compuesto de horas. Pero si decimos de  “tiempo futuro”.

Para no estar en semejante confusión mejor es usar un adverbio de tiempo,  y esto es precisamente lo que ha sucedido con las nuevas revisiones.

En Génesis 2:4 (RV.1995) dice: “Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados. Cuando Jehová Dios hizo la tierra y los cielos.

Esta misma traducción encontramos en la Versión Reina Valera 1909. La NVI, reza de la siguiente manera: “Esta es la historia de la creación de los cielos y de la tierra.  Cuando Dios el Señor hizo la tierra y los cielos. (Génesis 2:4).

Creo que el problema no consiste en la transmisión del mensaje de parte de Dios, mas bien en la forma que los traductores entienden el texto sagrado.

 

Cuando leemos los dos primeros versículos de la Biblia pensamos que ambos están cercanos en tiempo, este es uno de los errores más comunes de interpretación bíblica. Este error lleva a muchos a creer que la tierra fue creada en forma caótica. Sus mentes se ubican a la orilla del primer versículo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y rápidamente piensan seguir adelante al siguiente versículo: “La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas estaban sobre la faz del abismo”. Sin embargo entre ambos versículos se abre un gran abismo, ya que esto se muestra ampliamente demostrado en las Sagradas Escrituras. Si pones atención a la puntuación del pasaje, descubres después de Génesis 1:1, una tremenda pausa, lo que en gramática se llama “punto y aparte” En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Punto.)

Es aquí, donde, si se hubiera escrito en los Salmos, bien se podría haber utilizado la palabra Selah: pausa. Lo que significa, detenerse y considerar. Se encuentra al frente de un precipicio. Algo le sucedió a los cielos y a la tierra que creó Dios, que probablemente ocurrieron millones de años, no lo sabemos con certeza, pero hubo un intermedio de tiempo muy largo.

 

Cuado tu armas un rompecabezas sabes que cada pieza tiene su lugar, lo mismo es en la Biblia,  “cada versículo tiene su lugar”. La persona que toma un versículo por si solo y hace una doctrina del mismo se encontrará completamente confundida. Cuando el versículo individual encaja en todo el plan de la revelación de Dios comienza a verse el propósito eterno y completo y toda la Palabra de Dios se convierte en algo grandioso y poderosamente divino que se resuelve rápido cualquier duda que surja. Aquí es cuando el conocimiento del plan de la revelación de Dios que llega a formar parte del creyente tal cual su respiración o como la sensación misma de estar vivo. El creyente sabe que la Biblia es la Palabra de Dios y lo asegura con la misma certeza con que asegura que está vivo.

Si queremos entender la Palabra de Dios, debemos tener una actitud espiritual hacia ella. El apóstol Pablo dijo: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Co. 2:14).

 

El método para estudiar la Biblia adecuadamente, es parecido al armado de un rompe cabezas. Un versículo de Moisés, uno de Isaías y uno de Pedro, puestos uno junto al otro, dándose luz mutuamente, encajan perfectamente y revelan todo lo que Dios quiere respecto a un tema en particular. Nunca tomar un texto aisladamente, de lo contrario no será más que una simple pieza sin sentido en lo que concierne al propósito divino en la revelación inspirada.

Por eso, es que, el Señor mismo nos aconseja que uno de los principios del estudio de su Palabra es: “Pero ante todo entended que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2 Pedro 1:20). En otras palabras ningún texto debe tomarse separadamente, sino que se debe de leer a la luz del resto de la Biblia.

 

Muchas herejías han surgido de una falsa interpretación de un versículo aislado de las Sagradas Escrituras y es aun mas triste cuando pensamos que la interpretación se hubiera corregido si el hereje se hubiera tomado el tiempo para escudriñar todos los pasajes que tratan del tema sobre el cual erró.

 

El método seguro para seguir el camino de la verdad es tener delante de nosotros todo lo que la Biblia revela acerca de cualquier punto de discusión posible. Así como el cordero de Isaías 53 explica al cordero de Éxodo, los detalles acerca de la creación que nos dan Isaías, Jeremías y Ezequiel arrojan la verdadera luz sobre los primeros versículos de Génesis 1:1-2.

 

En el primer versículo leemos: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Ahora leamos el segundo versículo que dice: Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo. Pero no conformes con este término “desordenada y vacía” las diversas revisiones de la Biblia dicen que era “un caos total” (NVI). La Biblia al día lo interpreta de esta forma: “una masa informe y caótica”.

 

Existe una expresión en Francés que traduce el versículo dos de Génesis capitulo uno, como patas arriba, se trata de tohu-bohu, es una expresión transliterada del hebreo. Otros traductores dieron la siguiente traducción: “sin forma”, “vacía”, “desordenada”, “desolada”, “un caos”, “una ruina”. Por eso vemos la importancia del método comparativo en el estudio de la Palabra de Dios.

 

En Isaías 45:18 leemos: “Porque así ha dicho Jehová, el que ha creado los cielos, él es Dios; el que formó la tierra y la hizo, él la estableció; no la creó para que estuviera vacía, sino que la formó para fuera habitada: Yo soy Jehová, y no hay otro.

Esta es la misma palabra que en hebreo se usa en el segundo versículo de Génesis 1:2, esta es una declaración formal: Dios no creó la tierra como comúnmente se le ha llamado caos.

 

Abbé Crampon, gran traductor católico francés, traduce el texto de la siguiente manera: “La estableció él mismo y no la hizo en forma de caos” (Qui l’a fondée Luimeme et qui n’en a pas fair un chaos).

 

En la Biblia al Día se encuentra esta misma traducción: Hizo el mundo para que fuera habitado, y no un caos vacío. Con esta declaración es más que suficiente para probar mas allá de cualquier duda que el versículo 1 y 2 de Génesis capitulo 1 están separados por un intervalo grande.

 

Podemos leer los versículos de Génesis y el de Isaías de la manera siguiente: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra, a pesar de que Dios, con toda seguridad no la había creado de esa forma, quedó convertida en un desastre y una ruina, y la oscuridad cubrió la faz del abismo”.

 

Si un Dios perfecto hubiera creado un mundo imperfecto, caótico, desolado, devastado, y en ruinas, sería una violación a uno de los grandes principios espirituales que el Espíritu Santo mismo afirma: Que no puede brotar de la misma abertura de una fuente agua dulce y amarga (Santiago 3:11).

 

Mateo 12:35 dice: “El hombre bueno del buen tesoro saca cosas buenas, y el hombre malo del mal tesoro saca cosas malas”. ¡Cuánto mas un Dios bueno y perfecto debe generar una creación buena y perfecta! Salmo 18:30 dice: “El camino de Dios es perfecto”.

 

El lector cuidadoso del primer capitulo de Génesis observará que la palabra crear  (Bara) se encuentra en el primer versículo y no aparece y no aparece mas en el relato hasta la introducción de la vida en los días quinto y sexto de la restauración.

 

Crear como lo explicó el gran rabino Naskman, es “producir de la nada”. Es hacer aparecer alguna cosa material existente. Es la materialización de un pensamiento de Dios. Los descubrimientos de la era atómica, centrados en el reciente conocimiento adquirido de que masa y energía son la misma cosa en diferentes formas, le dan un tremendo significado a la enseñanza de la Biblia en cuanto a que el universo material es la expresión tangible de la Palabra de Dios que sigue adelante según la orden de su deseo.

 

Salmo 33:6,9 dice: “Por la Palabra del Señor fueron creados los cielos, y por el soplo de su boca, las estrellas. Por que él habló y todo fue creado; dio una orden, y todo quedó firme”.

Uno de los propósitos de Dios no es satisfacer la mente carnal; de esto podemos estar seguros. Todo lo que tenemos en la Biblia es para el propósito principal del Señor mismo. Él nos da la historia del plan eterno, con un énfasis en la ruina completa del hombre al pecar y el perfecto remedio de Dios en Jesucristo.

 

Con seguridad, algo terrible le sucedió a la primera creación perfecta. Sabemos que la tierra que se volvió desordenada y vacía mas tarde se restauró durante seis días y la poblaron los nuevos seres creados, Adán y Eva, su esposa, y que esta tierra renovada y restaurada, la cual la misma Palabra afirma que Dios vio que era buena (Génesis 1:4,10,12,18,21,25) y una vez dijo que era muy buena (Génesis 1:31), mas tarde recibió maldición a causa del primer pecado y cayó en el caos debido al justo juicio de Dios contra un estallido de rebelión. Tenemos todo el derecho de sostener mediante analogía, que la creación original mucho antes de que el mundo reconstruido de Adán recibiera maldición a causa del primer pecado, cayó en el caos debido al justo juicio de Dios sobre algún foco de rebelión. Creemos que en la Palabra de Dios existe suficiente luz que nos da más que ciertos detalles. En algún momento anterior a ese caos del segundo versículo de Génesis ocurrió una gran tragedia u una terrible catástrofe.

 

2 Pedro 3:5 dice: “Estos ignoran voluntariamente, que el tiempo antiguo fueron hechos por la Palabra de Dios, los cielos y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por esto el mundo de entonces fue destruido, inundado en agua. Pero por la misma palabra, los cielos y la tierra que ahora existen están reservados para el fuego, guardados hasta el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos.

 

En esta porción del apóstol Pedro observamos dos palabras muy importantes y son “Entonces” en el versículo 5 dice: voluntariamente ignoran, y que aquella creación de (entonces) fue destruida. Ahora observe la siguiente palabra: “Ahora” los cielos y la tierra que existen hoy (ahora) están reservados para el fuego.

 

Dios siempre restaura lo que se ha dañado, ya lo hizo y lo volverá hacer. Su Palabra dice que habrán cielos nuevos y tierra nueva que lo que hoy existe será destruido por medio de fuego.

 

Bendiciones.

Hno. Fredy Monterroza.

 

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