El pueblo sirvió a Jehová todo el tiempo de Josué y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron
a Josué, quienes habían visto todas las grandes obras que Jehová había hecho por Israel.
Y toda aquella generación fue también reunida con sus padres.
Después de ellos se levantó otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había
hecho por Israel. Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová y sirvieron a los Baales. El furor de Jehová
se encendió contra Israel, y los entregó en mano de saqueadores que los saqueaban. Los abandonó en mano de sus enemigos de
alrededor, y ellos no pudieron resistir más ante sus enemigos. Dondequiera que salían, la mano de Jehová estaba contra ellos
para mal, como Jehová les había dicho y como Jehová les había jurado. Así los afligió en gran manera.
Entonces Jehová levantó jueces que los librasen de mano de los que les saqueaban.
Cuando Jehová les levantaba jueces, Jehová estaba con el juez y los libraba de manos de sus
enemigos todo el tiempo de aquel juez. Porque Jehová se conmovía ante sus gemidos, a causa de los que los oprimían y afligían.
Pero acontecía que cuando moría el juez, ellos volvían atrás y se corrompían más que sus padres, siguiendo a otros dioses
para servirles y para postrarse ante ellos. No se apartaban de sus obras ni de su obstinado camino. (JUECES 2:7, 10, 11, 14-16, 18, 19)
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