A ti, que habitas en los cielos, levanto mis ojos.
He aquí, como los ojos de los siervos miran la mano de sus amos, y como los ojos de la sierva
miran la mano de su ama, así nuestros ojos miran a Jehová, nuestro Dios, hasta que tenga compasión de nosotros.
Ten compasión de nosotros, oh Jehová; ten compasión de nosotros, porque estamos hastiados
del desprecio.
Nuestra alma está sumamente hastiada de la burla de los que están en holgura, y del desprecio
de los orgullosos opresores.
En cuanto a vosotros, estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis
en otro tiempo, conforme a la corriente de este mundo y al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora actúa en
los hijos de desobediencia. En otro tiempo todos nosotros vivimos entre ellos en las pasiones de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de la mente; y por naturaleza éramos hijos de ira, como los demás. Pero Dios, quien es rico en misericordia,
a causa de su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en delitos, nos dio vida juntamente con Cristo. ¡Por
gracia sois salvos! (SALMO 123:1-4; EFESIOS 2:1-5)
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