No cometerás homicidio.
El que derrame sangre de hombre, su sangre será derramada por hombre; porque a imagen de Dios él hizo al hombre.
Habéis oído que fue dicho a los antiguos: No cometerás homicidio: y cualquiera que comete homicidio será culpable
en el juicio. Pero yo os digo que todo el que se enoja con su hermano será culpable en el juicio. Cualquiera que le llama
a su hermano necio será culpable ante el Sanedrín; y cualquiera que le llama fatuo será expuesto al infierno de fuego.
Porque éste es el mensaje que habéis oído desde el principio: que nos amemos los unos a los otros. No como Caín,
que era del maligno y mató a su hermano.
¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano eran justas. Y no os maravilléis, hermanos,
si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, porque amamos a los hermanos.
El que no ama permanece en muerte. Todo aquel que odia a su hermano es homicida, y sabéis que ningún homicida tiene
vida eterna permaneciendo en él.
En esto hemos conocido el amor: en que él puso su vida por nosotros. También nosotros debemos poner nuestras vidas
por los hermanos. (ÉXODO 20:13; GÉNESIS
9:6; MATEO 5:21, 22; 1 JUAN 3:11-16)
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