En el mes tercero después de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en ese
mismo día llegaron al desierto de Sinaí. Partieron de Refidim y llegaron al desierto de Sinaí, e Israel acampó allí en el
desierto frente al monte.
Entonces Moisés subió para encontrarse con Dios, y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo.
Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: “Vosotros habéis visto lo que he hecho a los egipcios,
y cómo os he levantado a vosotros sobre alas de águilas y os he traído a mí. Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis
mi pacto, seréis para mí un pueblo especial entre todos los pueblos. Porque mía es toda la tierra, y vosotros me seréis un
reino de sacerdotes y una nación santa.” Estas son las palabras que dirás a los hijos de
Israel. Entonces Moisés volvió y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en su presencia
todas estas palabras que Jehová le había mandado. Todo el pueblo respondió a una, y dijo: ¡Haremos todo lo que Jehová ha dicho!
Y Moisés repitió a Jehová las palabras del pueblo. Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vendré a ti en una densa nube, para que
el pueblo oiga mientras yo hablo contigo y te crea para siempre.
Y Moisés repitió a Jehová las palabras del pueblo. (ÉXODO 19:1-9)
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