Por esta razón, así como el pecado entró
en el mundo por medio de un solo hombre y la muerte por medio del pecado, así también la muerte pasó a todos los hombres,
por cuanto todos pecaron. Antes de la ley, el pecado estaba en el mundo; pero como no había ley, el pecado no era tenido en
cuenta. No obstante, la muerte reinó desde Adán hasta Moisés, aun sobre los que no pecaron con una ofensa semejante a la de
Adán, quien es figura del que había de venir.
Pero el don no es como la ofensa. Porque
si por la ofensa de aquel uno murieron muchos, cuánto más abundaron para muchos la gracia de Dios y la dádiva por la gracia
de un solo hombre, Jesucristo. Ni tampoco es la dádiva como el pecado de aquel uno; porque el juicio, a la verdad, surgió
de una sola ofensa para condenación, pero la gracia surgió de muchas ofensas para justificación. Porque si por la ofensa de
uno reinó la muerte por aquel uno, cuánto más reinarán en vida los que reciben la abundancia de su gracia y la dádiva de la
justicia mediante aquel uno, Jesucristo. (Romanos 5:12-17)
Porque la paga del pecado es muerte; pero
el don de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos
6:23)
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GÉNESIS 3; ROMANOS 5:18; 6:23; EFESIOS 2:1-10; COLOSENSES 3:1-7
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