“De la compulsividad
a la plenitud”
“Compulsividad” es lo
contrario a la plenitud de Dios, porque se refiere al impulso que nos lleva a actos contrarios a nuestros deseos conscientes.
Pero también significa obligar a alguien a que actúe mediante la fuerza. Y estas dos cosas, nada tienen que ver con “el
nuevo nacimiento”, ni con la vida en plenitud que Dios promete darnos después del nuevo nacimiento.
¿Y qué es vivir en plenitud?
Creo que el Dr. Oral Roberts lo establece bien cuando señala tres cosas:
· Levantar a Jesucristo, por sobre todas las cosas.
· Llevar a la gente a Él, y no a nosotros.
· No menospreciar a nadie, ayudar, sobre todo, al débil
en la fe.
¡SI LO HACES TRIUNFARÁS
EN TODO
LO QUE HAGAS!
Moisés, en Egipto, convirtió el AGUA
en sangre, símbolo de destrucción, maldición y muerte.
Y Jesús tomó el mismo elemento, el
AGUA, y lo transformó en VINO, símbolo de alegría y felicidad.
Pero las Bodas de Caná son más que la historia de Jesús transformando algo tan sencillo como el agua en vino,
es el comienzo de un estilo de vida: Un estilo de vida de milagros. Y ése es el estilo de vida que
debe caracterizar al cristiano, el estilo de vida de Jesús. Ya que “cristiano” significa tener a Cristo como centro
de nuestra vida de relación con Dios y con el prójimo. Hechos 1:8 afirma: “Recibiréis poder, cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
Porque el Espíritu Santo es la semilla que hace brotar, en nosotros, el estilo de vida de milagros.
Y ese estilo de vida comienza
“amando” el lugar que Dios nos ha asignado. Porque todos tenemos un lugar asignado por el Todopoderoso, en este
complicado mundo. Vivir en el mundo es cada día más complicado, porque el hombre lo complica, pero Dios no es complicado y
vivir para Él tampoco es complicado.
De pequeñas semillas crecen
árboles gigantescos. Ningún árbol, por alto que sea, ha nacido de una gran semilla. Así es la fe en Dios, teniendo una fe
tan pequeña como un grano de mostaza, que es la semilla más pequeña, podemos lograr grandes cosas para Dios. Plantando pequeñas
semillas de fidelidad en la labor que Dios ha puesto en nuestras manos, lograremos crecer en el desarrollo de nuestras capacidades
para llevar adelante grandes cosas para nuestro Dios.
“Sembrar
pequeñas semillas de fe y amor a nuestro Dios,
trae
una cosecha continua.”
Una mujer, a quien le detectaron
una enfermedad incurable, declaró: “Toda mi vida he sembrado en la obra de Dios, y ahora creo que llegó el momento de
cosechar.” Se mantuvo orando y la enfermedad desapareció.
Vivir en plenitud no es tener
todo lo deseado, sino
mantener
nuestra vida en el
centro
de la voluntad de Dios.
Y esto no es nada complicado, ni se
necesitan grandes sacrificios para obtenerlo. La psicología afirma que:
“Lo
que la mente recibe,
toca
los sentimientos
y
mueve la voluntad.”
Y para vivir en plenitud se necesita
algo tan sencillo como limpiar todos los días nuestra mente, mediante la lectura de la Palabra de Dios y la oración. O sea,
mediante el contacto diario con Dios.
Lo que evita que caigamos en el pecado
no son los actos de nuestra voluntad, ni los sacrificios, ni los ritos, ni la esclavitud del legalismo, sino el
“contacto
diario con Dios.”
¡Así
de simple!
La mente humana siempre complica las
cosas, pero para vivir en plenitud sólo necesitamos que el Espíritu de Dios more dentro nuestro, y alimentar nuestra
vida interior diariamente, mediante la lectura de las Escrituras y la oración. Esa Palabra tocará nuestros sentimientos y
nos llevará a cumplir la voluntad de Dios, ¡en cualquier lugar del planeta tierra!!!!
Además, esto nos llevará a amar a Dios
más allá de todo cálculo, porque “Dios es amor”, y el contacto diario con ese amor, irá saturando nuestra vida
de amor por Dios y por el mundo. Puesto que el “amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones”, no sólo
para librarnos del mal, sino para amar a los perdidos como Dios los ama.
Ezequiel 22:30 dice: “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha
delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.” Tenemos un arma tan poderosa
que cualquiera que se ponga en la brecha entre Dios y el mundo, puede cambiar los destinos de la humanidad.
Sí,
¡El
cristiano que ama a Dios de verdad,
se
convierte en el arma más poderosa
de
Dios sobre la tierra!
Para “mover montes”
sólo necesitamos amar a Dios sobre todas las cosas, porque ese amor nos llevará a amar al mundo como Dios lo ama.
Algunos sostienen que como
Dios ama el mundo está dispuesto a enviar a cualquiera. Pero esa es una gran mentira, nacida en el mismo infierno, justamente:
“Porque
Dios ama demasiado el mundo,
no
está dispuesto a enviar a cualquiera.”
A nuestro Dios el mundo le
costó muy caro, le costó la vida de Jesús. Y pensemos: ¿Qué gobernante estaría dispuesto a nombrar embajador a alguien a sabiendas
que hará uso y abuso de sus facultades? ¿Y por qué pensar que un Dios todo sabio lo haría??? No! El cristiano que
quiere ser usado por Dios debe aprender a amar a Dios mediante el contacto diario con Él, a fin de caminar de acuerdo a Su
voluntad, y cumplir con eficacia y excelencia la labor encomendada. Dios no quiere menos, ni se merece menos!!!
Hay cristianos que ayudan
en la iglesia para tener “un puesto”, pero su corazón está lejos de amar a Dios como corresponde. Y su
labor puede que sea vista y apreciada por los hombres, pero Dios, que conoce el corazón, no la acepta. Otros ponen dinero
en la ofrenda para recibir réditos económicos, pero si su corazón está lejos de Dios, esas ofrendas no son bien recibidas
en el cielo.
La labor más pequeña e insignificante
puede traer a nuestra vida enormes bendiciones si estamos dispuestos a amar a Dios como Él nos ama,
y estamos dispuestos a decirle sí a todo lo que Él nos pida. Porque Él dio lo mejor que tenía por nosotros, la vida de Su
único Hijo, ese DIOS SE MERECE LO MEJOR DE NOSOTROS!!! Pero, repito, eso no se
logra mediante el esfuerzo personal ni el sacrificio, sino mediante la lectura de la palabra de Dios y la oración.
Algunos viven deseando tener
el lugar de otros, el del pastor o el de los líderes, y puede que lleguen a ocuparlo, pero en dos días “se les viene
todo abajo” simplemente porque Dios no los puso. Porque
¡Nuestro
Dios sólo respalda a los
que
Él nombra desde el cielo!!!!
Dios le bendiga y le permita vivir
en plenitud pero no “buscando truenos ni voces del cielo”, sino tan simple y sencillamente como “mediante
el contacto diario con el Dios de los cielos.”
“La voces y los truenos”
vendrán como consecuencia de caminar con Él y para cumplir con los nobles fines para los cuales Dios nos ha llamado.
Termino con una frase que escuché hace
poco en un programa televisivo, y creo que redondea el propósito principal de nuestra existencia en el planeta tierra. Y esto
válido tanto para cristianos como para no cristianos:
¡Fuimos
llamados a ser
y
no a hacer!
Si el mundo entero tendría en cuenta
esta frase, el mundo sería muy distinto!!! El mundo puede olvidarlo, pero los cristianos tenemos la obligación de no olvidarlo.
Porque si nos olvidamos, Dios nos lo demandará. Puesto que sobre nuestra vida está el precio que Dios pagó por nosotros: La
sangre de Su único Hijo. ¡Que nos es poca cosa, ni nos permite en absoluto olvidar el precio de nuestra vocación en Cristo!
Un abrazo en Jesucristo, nuestro común
Señor y Salvador,
Nilda Sassaroli
Volver a estudios