La Biblia Reina Valera

Proverbios 4     

Proverbios

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Capítulo 5

HIJO mío, está atento á mi sabiduría, Y á mi inteligencia inclina tu oído;

Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia.

Porque los labios de la extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;

Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como cuchillo de dos filos.

Sus pies descienden á la muerte; Sus pasos sustentan el sepulcro:

Sus caminos son instables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida.

Ahora pues, hijos, oidme, Y no os apartéis de las razones de mi boca.

Aleja de ella tu camino, Y no te acerques á la puerta de su casa;

Porque no des á los extraños tu honor, Y tus años á cruel;

Porque no se harten los extraños de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;

Y gimas en tus postrimerías, Cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,

Y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión;

Y no oí la voz de los que me adoctrinaban, Y á los que me enseñaban no incliné mi oído!

Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregación.

Bebe el agua de tu cisterna, Y los raudales de tu pozo.

Derrámense por de fuera tus fuentes, En las plazas los ríos de aguas.

Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo.

Sea bendito tu manantial; Y alégrate con la mujer de tu mocedad.

Como cierva amada y graciosa corza, Sus pechos te satisfagan en todo tiempo; Y en su amor recréate siempre.

¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?

Pues que los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.

Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y detenido será con las cuerdas de su pecado.

El morirá por falta de corrección; Y errará por la grandeza de su locura.

Proverbios 6

 

 

 

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