La Biblia Reina Valera

Salmos 37     

Salmos

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Capítulo 38

JEHOVA, no me reprendas en tu furor, Ni me castigues en tu ira.

Porque tus saetas descendieron á mí, Y sobre mí ha caído tu mano.

No hay sanidad en mi carne á causa de tu ira; Ni hay paz en mis huesos á causa de mi pecado.

Porque mis iniquidades han pasado mi cabeza: Como carga pesada se han agravado sobre mí.

Pudriéronse, corrompiéronse mis llagas, A causa de mi locura.

Estoy encorvado, estoy humillado en gran manera, Ando enlutado todo el día.

Porque mis lomos están llenos de irritación, Y no hay sanidad en mi carne.

Estoy debilitado y molido en gran manera; Bramo á causa de la conmoción de mi corazón.

Señor, delante de ti están todos mis deseos; Y mi suspiro no te es oculto.

Mi corazón está acongojado, hame dejado mi vigor; Y aun la misma luz de mis ojos no está conmigo.

Mis amigos y mis compañeros se quitaron de delante de mi plaga; Y mis cercanos se pusieron lejos.

Y los que buscaban mi alma armaron lazos; Y los que procuraban mi mal hablaban iniquidades, Y meditaban fraudes todo el día.

Mas yo, como si fuera sordo no oía; Y estaba como un mudo, que no abre su boca.

Fuí pues como un hombre que no oye, Y que en su boca no tiene reprensiones.

Porque á ti, oh Jehová, esperé yo: Tú responderás, Jehová Dios mío.

Porque dije: Que no se alegren de mí: Cuando mi pie resbalaba, sobre mí se engrandecían.

Empero yo estoy á pique de claudicar, Y mi dolor está delante de mí continuamente.

Por tanto denunciaré mi maldad; Congojaréme por mi pecado.

Porque mis enemigos están vivos y fuertes: Y hanse aumentado los que me aborrecen sin causa:

Y pagando mal por bien Me son contrarios, por seguir yo lo bueno.

No me desampares, oh Jehová: Dios mío, no te alejes de mí.

Apresúrate á ayudarme, Oh Señor, mi salud.

Salmos 39

 

 

 

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