Un rey puso una gran roca en medio del camino, obstaculizando el paso. Luego se escondió para ver si
alguien la retiraba.
Los comerciantes más adinerados del reino y algunos cortesanos que pasaron simplemente rodearon la
roca. Muchos culparon al rey de no mantener los caminos despejados, pero ninguno hizo algo para retirar el obstáculo.
Entonces llegó un campesino que llevaba una carga de verduras. La dejó en el piso y trató de mover
la roca a un lado del camino.
Después de empujar y fatigarse mucho, lo logró.
Mientras recogía su carga, encontró una cartera en el piso, justo donde había estado la roca. Contenía
muchas monedas de oro y una nota del rey, indicando que esa era la recompensa para quien despejara el camino.
El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron.
Cada
obstáculo presenta una oportunidad para mejorar la propia condición. ¡Si alguna vez cae, levántese y siga adelante!
Y
me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por
lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque
cuando soy débil, entonces soy fuerte. 2 CORINTIOS 12:9-10
Bendiciones
Hno. Fredy Monterroza
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