Noemí tenía un pariente de su marido, un hombre de buena posición de la familia de Elimelec,
el cual se llamaba Booz. Y Rut la moabita dijo a Noemí; Permíteme ir al campo
para recoger espigas tras aquel ante cuyos ojos yo halle gracia.
Y ella le respondió. Vé, hija mía.
Ella fue y al llegar espigó en el campo tras los segadores. Y dio la casualidad de que la
parcela del campo pertenecía a Booz, que era de la familia de Elimelec.
Entonces Booz dijo a Rut: Escucha, hija mía: No vayas a espigar a otro campo, ni te alejes
de aquí.
Aquí estarás junto con mis criadas.
Ella se postró sobre su rostro, se inclinó a tierra y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia
ante tus ojos, para que tú te hayas fijado en mí, siendo yo una extranjera:
Booz le respondió diciendo: Ciertamente me han contado todo lo que has hecho por tu suegra
después de la muerte de tu marido, y que has dejado a tu padre, a tu madre y la tierra donde has nacido, y has venido a un
pueblo que no conociste previamente.
¡Que Jehová premie tu acción! Que tu recompensa sea completa de parte de Jehová Dios de Israel,
ya que has venido a refugiarte bajo sus alas. (RUT
2:1-3, 8, 10-12)
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