Entonces los jefes de los filisteos se reunieron para ofrecer un gran sacrificio a
Dagón su Dios y para regocijarse. Y decían: ¡Nuestro Dios ha entregado en nuestra mano a Sansón,
nuestro enemigo!
Y aconteció que cuando el corazón de ellos estaba alegre, dijeron: Llamad a Sansón para que
nos sirva de espectáculo.
Llamaron a Sansón de la cárcel, y servía de espectáculo delante de ellos. Lo pusieron entre
las columnas. Y Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Déjame palpar las columnas sobre las cuales descansa el edificio,
para que me apoye en ellas.
El edificio estaba lleno de hombres y mujeres. Todos los jefes de los filisteos estaban allí,
y en la azotea había como 3.000 hombres y mujeres que estaban mirando el espectáculo de Sansón. Entonces
Sansón clamó a Jehová diciendo: ¡Señor Jehová, por favor, acuérdate de mí! Dame, te ruego,
fuerzas solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos.
En seguida Sansón palpó las dos columnas de en medio, sobre las cuales descansaba el edificio;
y se apoyó contra ellas, contra una con su mano derecha y contra la otra con su mano izquierda. Y dijo Sansón: ¡Muera yo con
los filisteos!
Entonces empujó con fuerza, y el edificio cayó sobre los jefes y sobre toda la gente que estaba
en él. Y fueron más los que mató al morir que los que había matado durante su vida. (JUECES 16:23, 25-30)
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