Josué hijo de Nun envió secretamente dos espías desde Sitim, diciéndoles:
Id y reconoced la tierra y Jericó.
Ellos fueron y entraron en la casa de una mujer prostituta que se llamaba
Rajab, y pasaron la noche allí. Entonces avisaron al rey de Jericó, diciendo: Unos hombres de los hijos de Israel han venido
aquí esta noche para explorar la tierra.
Entonces el rey de Jericó mandó decir a Rajab: Saca a los hombres que
han venido a ti y han entrado en tu casa, porque han venido para explorar todo el país.
Pero la mujer, que había tomado a los dos hombres y los había escondido,
dijo: Es verdad que vinieron a mí unos hombres, pero yo no sabía de dónde eran.
Cuando iba a ser cerrada la puerta de la ciudad, siendo ya oscuro, esos
hombres salieron y no sé a dónde se han ido. Perseguidlos aprisa y los alcanzaréis.
Pero ella los había hecho subir a la azotea y los había escondido entre
unos manojos de lino que tenía ordenados sobre la azotea.
Caminando ellos, llegaron a la región montañosa y estuvieron allí tres
días, hasta que los que los perseguían regresaron. Quienes los perseguían los buscaron por todo el camino, pero no los hallaron.
Después, los dos hombres se volvieron, descendieron
de la región montañosa y cruzaron el Jordán. Fueron a Josué hijo de Nun y le contaron todas las
cosas que les habían acontecido. Ellos dijeron a Josué: ¡Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos! Todos los habitantes
de esta tierra tiemblan ante nosotros. (JOSUÉ 2:1-6;
22-24)
Volver aJulio