Y
si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién habéis de servir:
si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en
cuya tierra habitáisa; pero yo y mi casa, serviremos al Señor. (Josué
24.15)
Pero
Jesús le dijo: Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrása, es apto para el reino de Dios. (Lucas 9.62)
Pizarro, en sus primeros intentos para conquistar el Perú, unas veces tuvo el problema de que todos sus seguidores
querían desertar. Por lo mismo en una ocasión sacó su espada y trazó con ella una línea de oeste a este. Luego, volviéndose
hacia el sur, dijo: “Amigos y camaradas: en este lado están los afanes, el hambre, la desnudez, la tempestad destructora
y la muerte … Allí está Perú con todas sus riquezas; aquí Panamá y su pobreza. Escoja cada hombre lo que corresponde
a un valiente castellano; por mi parte, voy hacia el sur.” Diciendo esto cruzó la línea. Sus soldados le siguieron uno
tras otro. Esta fue la crisis de la suerte de Pizarro. En la vida de los hombres hay momentos que, según sean aprovechados
o desechados, deciden su destino futuro.
—Prescott.
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