Y si un ciego
guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo. Mateo 15.14b
Un caballero estaba atravesando las calles obscuras de cierta ciudad, y vio que se le acercaba un hombre con un
farol encendido en la mano. Cuando se acercó bastante, el caballero vio, por la luz de la linterna que ese hombre llevaba
los ojos cerrados. Pensativo, siguió adelante el caballero, mas sorprendido, se dijo: “Me parece que ese hombre está
ciego.” Entonces regresó, alcanzó al ciego, y le dijo:
—Amigo, ¿es usted ciego?
—Sí, señor —contestó el ciego.
—Entonces, ¿para que lleva usted esa luz?
—Para que la gente no tropiece conmigo, señor.
Moraleja: De este ciego podemos aprender que es necesario hacer brillar nuestras luces
para que evitemos que otros tropiecen a causa de nuestra ceguedad espiritual y religiosidad.
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