La Vulgata Latina
de San Jerónimo fue escrita entre el año 382 al 404 d.C.
La mayor parte
de los cristianos usaban la LXX (Septuaginta) como base para el Antiguo Testamento; hasta aproximadamente el siglo cuarto.
Por supuesto, también había una considerable cantidad de literatura que se consideraba escritura inspirada y los primeros
concilios de la Iglesia se ocuparon en gran parte de este asunto. La idea era saber a fondo lo que verdaderamente constituían
las escrituras.
La Vulgata latina
se convirtió en la traducción oficial de la iglesia católica gracias al arduo trabajo de San Jerónimo. Al principio san Jerónimo
no quería incluir los libros Deuterocanonicos en su famosa traducción, este hombre tenía conocimiento del canon hebreo que
se había desarrollado y sabía que esos libros no tenían las palabras, inspiración; y no eran aceptación por la iglesia y por
los judíos. Además no eran aceptados como divinos y no estaban incluidos en el canon hebreo.
Fue por orden de
san Agustín contemporáneo de san Jerónimo que quiso incluirlos en la nueva traducción de la Vulgata, después de conferenciar
con el papa Dámaso y sabiendo que la gran parte de la gente estaba a favor de Agustín, Jerónimo decidió incluir los libros
Deuterocanonicos en esta traducción. Es importante saber que san Jerónimo no era bien aceptado en la antigua capital de Roma
lo que también influyó que estos libros ya mencionados fueran agregados en esta versión.
La Vulgata se convirtió
en la obra oficial de la iglesia católica por muchos siglos, aun hoy se utiliza, pero ya no con la misma fuerza e importancia,
ya que han surgido nuevas versiones católicas que abandonaron la tradición de usar como base de traducción la Vulgata. Ahora
existen muy buenas obras católicas como la Biblia de Jerusalén, la Biblia Nácar-Colunga por mencionar algunas.
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