¿A dónde me iré de tu Espíritu?
¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo a los cielos, allí estás tú; si en el Seol hago mi cama, allí tú estas.
Si tomo las alas del alba y habito en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me
asirá tu diestra.
Si digo: “Ciertamente, las tinieblas me encubrirán, y se hará noche la luz que me rodea”,
aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día.
Lo mismo te son las tinieblas que la luz.
¿Acaso soy yo Dios de cerca, y no Dios de lejos?, Dice Jehová. ¿Acaso podrá alguien ocultarse
en escondrijos para que yo no lo vea?, dice Jehová.
¿Acaso no lleno yo el cielo y la tierra?, dice Jehová.
Jesús se acercó a ellos y les habló diciendo: “Toda autoridad me ha sido dada en el
cielo y en la tierra. Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y he aquí, yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo.” (SALMO
139:7-12; JEREMÍAS 23:23, 24; MATEO 28:18-20)
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