Porque yo soy Jehová, que os hago subir de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Seréis
santos, porque yo soy santo.
En el año que murió el rey Uzías, vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime: y
el borde de sus vestiduras llenaba el templo. Por encima de él había serafines. Cada uno tenía seis alas: con dos cubrían
sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. El uno proclamaba al otro diciendo ¡Santo, santo, santo es Jehová
de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!
Porque así ha dicho el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo:
Yo habito en las alturas y en santidad; pero estoy con el de espíritu contrito y humillado, para vivificar el espíritu de
los humildes y para vivificar el corazón de los oprimidos. Porque no he de contender para siempre, ni para siempre he de estar
airado, pues se desmayaría delante de mí el espíritu y las almas que he creado.
Como hijos obedientes, no os conforméis a las pasiones que antes teníais, estando en vuestra
ignorancia. Antes bien, así como aquel que os ha llamado es santo, también sed santos vosotros en todo aspecto de vuestra
manera de vivir, porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. (LEVÍTICO 11:45; ISAÍAS 6:1-3; 57:15, 16; 1 PEDRO 1:14-16)
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