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El Becerro de Oro
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Al ver el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, ellos se congregaron ante Aarón y le dijeron: Levántate, haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.

Aarón les respondió: Quitad los aretes de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.

Entonces todos los del pueblo se quitaron los aretes de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón. El los recibió de sus manos e hizo un becerro de fundición, modelado a buril. Entonces dijeron: ¡Israel, éste es tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto!

Al ver esto, Aarón edificó un altar delante del becerro y pregonó diciendo: ¡Mañana habrá fiesta para Jehová! Al día siguiente madrugaron, ofrecieron holocaustos y trajeron sacrificios de paz. Luego el pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantó para divertirse.

Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Se han apartado rápidamente del camino que yo les mandé. Se han hecho un becerro de fundición, lo han adorado, le han ofrecido sacrificios y han dicho: “¡Israel, éste es tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto!” Le dijo, además, a Moisés —: Yo he visto a este pueblo, y he aquí que es un pueblo de dura cerviz. Ahora pues, deja que se encienda mi furor contra ellos y los consuma, pero yo haré de ti una gran nación. (ÉXODO 32:1-10)

 

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