Así libró Jehová aquel día a Israel de mano de los egipcios. Israel vio a los egipcios muertos
a la orilla del mar. Cuando Israel vio la gran hazaña que Jehová había realizado contra los egipcios, el pueblo temió a Jehová,
y creyó en él y en su siervo Moisés.
Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron este cántico a Jehová, diciendo: ¡Cantaré a
Jehová, pues se ha enaltecido grandemente!
¡Ha arrojado al mar caballos y jinetes! Jehová es mi fortaleza y mi canción; él ha sido mi
salvación. ¡Este es mi Dios! Yo le alabaré.
¡El Dios de mi padre! A él ensalzaré. “Jehová es un guerrero.
¡Jehová es su nombre!
Ha echado al mar los carros y el ejército del faraón.
Fueron hundidos en el mar Rojo sus mejores oficiales.
“¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses?
¿Quién como tú, majestuoso en santidad, temible en hazañas dignas de alabanza, hacedor de
maravillas? En tu misericordia guías a este pueblo que has redimido, y lo llevas con tu poder a tu santa morada. Jehová reinará
por siempre jamás.” (ÉXODO 14:30, 31; 15:1-4, 11, 13, 18)
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