Los principales sacerdotes, los ancianos y todo el Sanedrín buscaban falso testimonio contra
Jesús, para que le entregaran a muerte. Pero no lo hallaron, a pesar de que se presentaron muchos testigos falsos. Por fin
se presentaron dos, y dijeron: Este dijo: “Puedo derribar el templo de Dios y edificarlo en tres días.”
Se levantó el sumo sacerdote y le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
Pero Jesús callaba. Y el sumo sacerdote le dijo: ¡Te conjuro por el Dios viviente que nos digas si tú eres el Cristo, el Hijo
de Dios! Jesús le dijo Tú lo has dicho. Además os digo: De aquí en adelante veréis al hijo del Hombre sentado a la diestra
del Poder, y viniendo en las nubes del cielo.
Entonces el sumo sacerdote rasgó su vestidura diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad
tenemos de testigos? He aquí ahora mismo, vosotros habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece? Y ellos respondiendo dijeron:
¡Es reo de muerte!
Entonces le escupieron en la cara y le dieron de puñetazos, y otros le dieron bofetadas, diciendo:
¡Profetízanos, Cristo! ¿Quién es el que te golpeó? (Mateo 26.59-68)
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