Cuando llegó cerca, al ver la ciudad, lloró por ella diciendo: ¡Oh, si conocieses tú también,
por lo menos en éste tu día, lo que conduce a tu paz! Pero ahora está encubierto a tus ojos. Porque vendrán sobre ti días
en que tus enemigos te rodearán con baluarte y te pondrán sitio, y por todos lados te apretarán. Te derribarán a tierra, y
a tus hijos dentro de ti. No dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
Entró Jesús en el templo y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo. Volcó
las mesas de los cambistas y las sillas de los que vendían palomas, y les dijo: Escrito está: Mi casa será llamada casa de
oración, pero vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Entonces ciegos y cojos vinieron a él en el templo, y él los sanó. Pero los principales sacerdotes
y los escribas se indignaron cuando vieron las maravillas que él hizo, y a los muchachos que le aclamaban en el templo diciendo:
¡Hosanna al Hijo de David! Y le dijeron: ¿Oyes lo que dicen éstos?
Jesús les dijo: Sí. ¿Nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman preparaste
la alabanza? (LUCAS 19:41-44; MATEO
21:12-16)
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