Y Jehová dijo a Moisés: Cuando estés de
regreso en Egipto, haz en presencia del faraón todas las señales que he puesto en tu mano. Sin embargo, yo endureceré su corazón,
y él no dejará ir al pueblo. Entonces dirás al faraón: “Así ha dicho Jehová: ‘Israel es mi hijo, mi primogénito.
Yo te digo que dejes ir a mi hijo para que me sirva. Si rehúsas dejarlo ir, he aquí que yo mataré a tu hijo, a tu primogénito.’
” Entonces Jehová dijo a Aarón: Vé al desierto, al encuentro de Moisés. El fue y lo encontró en el monte de Dios, y
lo besó. Entonces Moisés refirió a Aarón todas las palabras que Jehová le enviaba a decir y todas las señales que le mandaba
hacer.
Moisés y Aarón fueron, y reunieron a todos
los ancianos de los hijos de Israel.
Aarón relató todas las cosas que Jehová
había dicho a Moisés, y éste hizo las señales ante los ojos del pueblo. El pueblo creyó; y al oír que Jehová había visitado
a los hijos de Israel y que había visto su aflicción, se inclinaron y adoraron.
Después Moisés y Aarón fueron al faraón
y le dijeron: Jehová, el Dios de Israel, dice así: “Deja ir a mi pueblo para que me celebre una fiesta en el desierto.”
Pero el faraón respondió: ¿Quién es Jehová para que yo escuche su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco
dejaré ir a Israel. (Éxodo 5.1-2)
Lea estos pasajes relacionados:
ÉXODO 1:8-13; 9:13-16; PROVERBIOS 29:1,
2; JUAN 10:33-38
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