Fiel es esta palabra y digna de toda aceptación:
que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. No obstante, por esta razón recibí
misericordia, para que Cristo Jesús mostrase en mí, el primero, toda su clemencia, para ejemplo de los que habían de creer
en él para vida eterna. (1 Timoteo 1.15-16)
El Señor no tarda su promesa, como algunos
la tienen por tardanza; más bien, es paciente para con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan
al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón.
Entonces los cielos pasarán con grande
estruendo: los elementos, ardiendo, serán deshechos, y la tierra y las obras que están en ella serán consumidas. Ya que todas
estas cosas han de ser deshechas, ¡qué clase de personas debéis ser vosotros en conducta santa y piadosa, aguardando y apresurándoos
para la venida del día de Dios! Por causa de ese día los cielos, siendo encendidos, serán deshechos; y los elementos, al ser
abrasados, serán fundidos. Según las promesas de Dios esperamos cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia.
Por tanto, oh amados, estando a la espera
de estas cosas, procurad con empeño ser hallados en paz por él, sin mancha e irreprensibles. Considerad que la paciencia de
nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo os ha escrito, según la sabiduría que le ha sido
dada.
Lea estos pasajes relacionados:
ISAÍAS 7:13; 65:17-25; ROMANOS 2:1-4; 3:21-28; 1 PEDRO 3:18-20; APOCALIPSIS 21:1-8
Volver a Marzo