Pero yo sé que mi Redentor vive, y que al final se levantará sobre el polvo.
Y después que hayan deshecho esta mi piel, ¡en mi carne he de ver a Dios, a quien yo mismo he
de ver! Lo verán mis ojos, y no los de otro.
Mi corazón se consume dentro de mí. (Job 19.25-27)
¿Quién entenderá los errores?
¡Líbrame de los que me son ocultos!
Asimismo, guarda a tu siervo de los arrogantes, que ellos no se enseñoreen de mí.
Entonces seré íntegro y limpio de gran rebelión.
Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, Roca
mía y Redentor mío. (Salmo 19.12-14)
Así ha dicho Jehová, Rey de Israel, y su Redentor, Jehová de los Ejércitos:
“Yo soy el primero y yo soy el último, y fuera de mí no hay Dios. ¿Quién es como yo? ¡Que
lo proclame! Que declare y relate delante de mí las cosas que han sucedido desde que establecí al pueblo antiguo, y declaren
las cosas por venir. Sí, ¡declárenlas!
“No temáis, ni tengáis miedo. ¿No te lo hice oír y te lo dije desde antaño? Y vosotros
sois mis testigos. ¿Hay Dios aparte de mí? No, no hay otra Roca; no conozco ninguna.” (Isaías 44.6-8)
Lea estos pasajes relacionados:
ISAÍAS 44:24-28; 54; LUCAS 24:13-36; GÁLATAS 4:4,
5; TITO 2:11-14
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