Aunque fuiste abandonada y aborrecida y no había quien caminase por ti, te convertiré en gloria
eterna, motivo de regocijo de generación en generación.
Mamarás la leche de las naciones; mamarás el pecho de los reyes. Así conocerás que yo, Jehová,
soy tu Salvador y tu Redentor, el Fuerte de Jacob. (Isaías 60.15-16)
Y María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se alegra en Dios, mi Salvador, porque
ha mirado la bajeza de su sierva.
He aquí, pues, desde ahora me tendrán por bienaventurada todas las generaciones, porque el Poderoso
ha hecho grandes cosas conmigo.
Su nombre es santo, y su misericordia es de generación en generación, para con los que le temen.
Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones.
Quitó a los poderosos de sus tronos y levantó a los humildes.
A los hambrientos sació de bienes y a los ricos los despidió vacíos.
Ayudó a Israel su siervo, para acordarse de la misericordia, tal como habló a nuestros padres;
a Abraham y a su descendencia para siempre. (Lucas 1.46-55)
LUCAS 1:46-55
Lea estos pasajes relacionados: JOSUÉ 22:22; SALMOS 50; ISAÍAS 49:24-26; MARCOS 14:60-62
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