Acuérdate de tu Creador en los días de
tu juventud: antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento”;
antes que se oscurezcan el sol y la luz de la luna y de las estrellas, y las nubes vuelvan tras la lluvia; cuando tiemblen
los guardias de la casa y se dobleguen los hombres valerosos; cuando estén inactivas las muelas, por quedar pocas, y se oscurezcan
los que miran por las ventanas: cuando se cierren las puertas de la calle, y se debilite el ruido del molino: cuando uno se
levante ante el gorjeo de un pajarito, y todas las hijas del canto sean abatidas; cuando también se tenga miedo de la altura
y haya horrores en el camino; cuando florezca el almendro, la langosta se arrastre pesadamente y se pierda el deseo.
Es que el hombre se va a su morada eterna,
y los que hacen duelo rondan alrededor de la plaza.
Acuérdate de él antes que se rompa el
cordón de plata se destroce el tazón de oro; antes que el cántaro se quiebre junto al manantial, y la rueda se rompa sobre
el pozo.
Es que el polvo vuelve a la tierra, como
era; y el espíritu vuelve a Dios, quien lo dio. (Eclesiastés 12:1-7)
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relacionados:
GÉNESIS 1; 14:18-24; ECLESIASTÉS 12:9-14;
ISAÍAS 40:27-31; APOCALIPSIS 4:11
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