José, siendo de 17 años, apacentaba las
ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y los hijos de Zilpa, mujeres de su padre. Y José informaba
a su padre de la mala fama de ellos. Israel amaba a José más que a todos sus otros hijos porque le había nacido en la vejez,
y le hizo una túnica de diversos colores. Al ver sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos ellos, le aborrecían y
no podían hablarle pacíficamente.
José tuvo un sueño y lo contó a sus hermanos,
quienes llegaron a aborrecerle todavía más. Les dijo: Por favor, escuchad lo que he soñado: He aquí que atábamos gavillas
en medio del campo. Y mi gavilla se levantaba y se mantenía erguida, mientras que vuestras gavillas la rodeaban y se inclinaban
ante la mía.
Entonces tuvo otro sueño y lo contó a
sus hermanos, diciendo: He aquí, he tenido otro sueño: que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí.
El contó este sueño a su padre y a sus
hermanos, pero su padre le reprendió diciendo: ¿Qué sueño es éste que has tenido? ¿Hemos de venir yo, tu madre y tus hermanos
a postrarnos a tierra ante ti?
Sus hermanos le tenían envidia, pero su
padre guardaba en mente el asunto.
GÉNESIS 37:2b-7, 9-11
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MATEO 1:18 -2:22
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