Entonces
Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente.
Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivase y lo guardase. Y Jehová Dios mandó
al hombre diciendo: “Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero del árbol del conocimiento del bien y del mal
no comerás, porque el día que comas de él, ciertamente morirás.” Dijo además Jehová Dios: “No es bueno que el
hombre esté solo; le haré una ayuda idónea.” Entonces Jehová Dios hizo que sobre el hombre cayera un sueńo profundo;
y mientras dormía, tomó una de sus costillas y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre,
hizo una mujer y la trajo al hombre.
Entonces dijo
el hombre: “Ahora, ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada Mujer, porque fue tomada del hombre.”
Por tanto, el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Estaban ambos desnudos,
el hombre y su mujer y no se avergonzaban. (GÉNESIS 2:7, 15-18, 21-25)
Lea
estos pasajes relacionados:
GÉNESIS
1:26-29;
MATEO 19:1-12; MARCOS 10:1-12; 1 CORINTIOS 6:15-7:40
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