La verdadera conversión
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí,
son hechas nuevas. (2 Cor. 5:17.)
Se cuenta que un niño y una niña, que eran vecinos,
jugaban juntos casi todo el día, y como iban a la misma iglesia, juntos también aceptaron a Jesús como su Salvador.
Un buen día el niño dijo a su mamá: “No me cabe
la menor duda de que Ema verdaderamente se convirtió en una excelente cristiana.” La madre le preguntó por qué tenía
tanta seguridad de eso, a lo que el niño replicó: “Porque juega como una niña cristiana. Si le quito todos los juguetes,
no se impacienta y antes de aceptar a Jesús, se disgustaba por todo y era egoísta. Nunca jugaba como yo deseaba, sino que
siempre había yo de darle la preferencia, para evitar que me dijera: ‘Ya no juego contigo, eres un mal muchacho.’
”
La persona renovada actúa sobre la base de principios nuevos, por reglas
nuevas, con finalidades nuevas y con compañía nueva, el Señor Jesucristo. El creyente es creado de nuevo; su corazón no es
sólo enderezado; le es dado un corazón nuevo. Es hechura de Dios, creado en Cristo Jesús para buenas obras. Aunque como persona
sea igual, su carácter ha y conducta ha cambiado. Estas palabras deben significar más que una reforma superficial. La persona
que antes no veía belleza en el Cordero de Dios para desearlo, ahora le ama por sobre todas las cosas.
Oración: Amado Dios,
gracias por haberme hecho una criatura nueva, se que las cosas viejas en mi vida ya pasaron, y que nuevas cosas están esperando
por mi, en el nombre de Jesús. Amen.
Bendiciones.
Hno. Fredy Monterroza.