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Así dicen la mayoría de los cristianos, porque confiamos en el Dios que tiene todo poder en el cielo y en la tierra. Y Él ha dicho:

“Yo soy el Dios tuyo, que te enseña provechosamente. que te encamina por el camino que debes seguir.”

(Isaías 48:17)

         Sin embargo, haya cristianos que fracasan. ¿Por qué? ¿Acaso Dios nos conduce por senderos equivocados?

¡No! ¡Mil veces no!!!

        

        Jesús dijo claramente:

        “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (San Mateo 7:9-11).

          Y Romanos 12:2 dice que “la buena voluntad de Dios es agradable y perfecta.”

         En uno de los devocionales que recibo diariamente, de la Universidad de Oral Roberts, está la respuesta:

 

        Un hombre llegó hasta él para decirle que quería construir una universidad. Oral Roberts le preguntó:

        “¿Le ha dicho Dios que lo haga?”

        “No,” respondió el hombre, “pero tengo el terreno y el dinero para el edificio.”

        Oral Roberts le dijo:

        “Si Dios le ha mandado construir una universidad, es razón más que suficiente para hacerlo. Pero si no es así, no funcionará.

        Este hombre igual construyó la universidad y al año presentó quiebra.

 

        Los que hemos aceptado a Jesús como Señor y líder de nuestra vida y de todos nuestros asuntos, debemos caminar conforme a Su voluntad si queremos evitar el fracaso. Plenamente convencidos que el Dios, que nos amó hasta el punto de entregar Su vida, desea lo mejor para nosotros.

 

        Proverbios 3:5 dice:

“Fíate del Señor tu Dios de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.”

 

        Cuando Dios nos pide hacer algo, aunque parezca imposible, Aquél que abrió el Mar Rojo, sacó agua de la peña, dio vista a los ciegos, hizo caminar a los paralíticos, resucitó muertos, echo fuera demonios, fue crucificado, muerto y resucitó al tercer día, es lo suficientemente grande como para llevar adelante lo que nos ha pedido y equiparnos para que los realicemos con éxito.

        La clave está en la respuesta a la pregunta:

 

¿Me ha pedido Dios que lo haga?

        Si no es así, debemos preguntar como San Pablo: Señor,  ¿qué quieres que haga?

 

        Porque en cumplir Sus planes y caminar de acuerdo a Su buena voluntad, está la clave del éxito.

 

        Que Dios te bendiga, y mis mejores deseos en Cristo Jesús,

 

        Nilda E. Sassaroli

 

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