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El Justo y los Pecadores
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El justo y los pecadores

     1     Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

            Ni estuvo en camino de pecadores,

            Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

     2     Sino que en la ley de Jehová está su delicia,

           Y en su ley medita de día y de noche.

     3     Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,a

           Que da su fruto en su tiempo,

           Y su hoja no cae;

           Y todo lo que hace, prosperará.

     4     No así los malos,

           Que son como el tamo que arrebata el viento.

     5     Por tanto, no se levantarán los malos en el juicio,

           Ni los pecadores en la congregación de los justos.

     6     Porque Jehová conoce el camino de los justos;

           Mas la senda de los malos perecerá.

 

Que maravilloso es Dios al hacernos esta invitación.  Es una seguridad que se da al piadoso de que ha de disfrutar de las bendiciones de Dios. La bondad y la santidad no sólo son el camino hacia la felicidad, sino que se identifican con la felicidad misma; aun cuando no hubiese otra vida después de ésta, el hombre que va por el camino del deber es ya un hombre dichoso. Será como árbol, fructífero y floreciente, pues las bendiciones divinas producen efectos reales.

El justo es plantado por la gracia de Dios; por naturaleza, todos somos olivos silvestres que no producimos nada bueno y continuamos así hasta que somos injertados por un poder celestial.

El buen árbol nunca crece por sí mismo; es plantío de Jehová para ser árbol de justicia y en ello ha de ser glorificado Dios (Is. 61: 3).

Es plantado junto a corrientes de aguas; que son los medios de la gracia de Dios, de aquí saca el justo provisión abundante de fuerza y vigor, pero de forma secreta, oculta a las miradas de la gente. Quienes participan de los medios de la gracia han de esperar que, tanto en sus criterios como en su conducta, respondan a las intenciones de la gracia y lleven fruto. Y su hoja no cae. Su follaje no se marchita, se mantiene verde y lleno de vida.

En cuanto a los que muestran solamente las hojas de profesión cristiana, sin fruto alguno, las hojas mismas, al fin, se marchitarán y caerán; pero si la palabra de Dios gobierna el corazón, la profesión se conservará siempre verde y fresca; tales árboles no se marchitan.

 

Bendiciones.

Hno. Fredy Monterroza.