Uno de los problemas que producen
mayor preocupación en nuestro tiempo es el incremento de divorcios, aun entre los cristianos evangélicos. ¿No es posible que
algo de esto podría haber sido evitado si los esposos hubiesen recibido una mejor preparación para el matrimonio? Por cierto,
muchas de las decisiones que a diario se toman son más emocionales que racionales. De modo que algunos toman decisiones en
cuanto al matrimonio por motivos inadecuados a pesar de que han recibido buenos y razonables consejos de sus parientes, amigos
y aun de su pastor. Es decir, algunos jóvenes se casan bajo el estado emocional de estar enamorados aunque haya varios factores
obvios en su contra, que dificultarían la formación de relación estable y feliz.
La experiencia nos ha enseñado que
existe una proporción bastante grande de jóvenes que quieren buenos consejos para poder entrar en el enlace conyugal con una
comprensión de sí mismos y con conocimientos adecuados de sus papeles como casados. En realidad, nadie busca fracasar en su
matrimonio, pero algunos están en mejores condiciones que otros para vencer los problemas que inevitablemente surgen en todo
matrimonio. Nuestro deseo es que el número de los que vencen pueda aumentar por medio de una mejor preparación antes de casarse.
Preparación para el matrimonio
El doctor David señala que muchas parejas entran en el matrimonio con una cierta ignorancia acerca de sus papeles como esposos
y también los de ser padres. El dice que hay dos razones para esta falta de conocimiento. Una es que no hay un tipo ni un
medio específico, ni en la escuela, ni en la casa, ni en el templo, para recibir una enseñanza directa al respecto. También,
se presenta la actitud injustificable de muchos que creen que no carecen de conocimientos especiales para casarse, que es
algo que uno hace “naturalmente”. No se han dado cuenta de lo complejo que son las relaciones humanas y que es
un arte vivir felizmente con otra persona en un estado de intimidad. Tenemos que corregir este problema de ignorancia. La
preparación para el matrimonio consiste en no solamente superar cierta ignorancia en cuanto a los papeles de los esposos,
sino también en llegar a un mayor conocimiento de sí mismos, en conversar y compartir sus planes, anhelos, sentimientos y
experiencias. El lograr tal conocimiento es estar bien adelantado para poder ajustarse dentro del matrimonio.
La pareja forma sus hábitos y costumbres
temprano en el matrimonio, es decir, entre los primeros seis o doce meses; y estos hábitos no se cambian fácilmente. Se pueden
preparar para una buena formación de los hábitos antes del enlace por un sincero y sensible compartir de perspectivas. Algunas
de las áreas sobre las cuales deben de tener un acuerdo son: la forma de tomar decisiones, cómo manejar el dinero, relaciones
con los padres y amigos, dónde vivir, cuántos niños quieren y cómo arreglar sus desacuerdos. A los hábitos sexuales se ajustan
mejor dentro del matrimonio, pero sí deben haber pensado y haber leído algún buen libro sano sobre esta materia. No hay garantías
de que una pareja sea feliz por haber logrado estar de acuerdo, ni de que van a actuar según las intenciones declaradas, pero
sí hay una mayor posibilidad de un mejor comienzo por haberlo hecho. Una razón más a favor de una buena preparación, es su
efecto sobre los niños que se engendrarán. La pareja que está consciente de lo que hace y que guarda un amor sincero entre
sí, proveerá un ambiente propicio para las criaturas que ellos tengan. Los niños no solamente necesitan vivir con los dos
padres, sino también sentir que los padres se aman. En realidad el amor paternal debe ser una expresión y una extensión del
amor conyugal. Espero que todos comprendamos lo importante de ayudar a los jóvenes de la iglesia y de la familia a tener una
preparación adecuada para su vida de matrimonio.
CONSEJO PREMATRIMONIAL
El consejo pastoral para los novios
tiene varios propósitos. Sirve para definir lo que cada uno espera del otro en el matrimonio y para ayudarles a desarrollar
sus pericias en la comunicación. También debe dirigir su atención hacia las áreas de los ajustes conyugales y de hacer hincapié
en la seriedad y permanencia del matrimonio.
El matrimonio es un ministerio que
la iglesia ofrece a la pareja y, por lo tanto, es responsable del establecimiento de normas para aquellos que se casan en
ella.
Es sabio insistir a los novios en
que reciban una serie de consejos del pastor antes de casarse. Parte de la sabiduría de esta medida se encuentra presente
siempre en estas decisiones: ¿A quiénes se va a permitir casarse en el templo? ¿A los divorciados? ¿A los inconversos?, etc.
Exigir que las parejas reciban tales instrucciones causará más respeto en la comunidad hacia la iglesia y destacará la seriedad
del matrimonio. Aquellos que no están al tanto del matrimonio cristiano lo descubrirán en este proceso y tendrán oportunidad
de analizar su circunstancia espiritual y moral. Algunos candidatos seguramente pensarán que la sugerencia de las sesiones
es una exigencia eclesiástica que está demás, pero otros la verán como lo que es, una muy buena oportunidad de estar bien
preparados para un casamiento exitoso.
Siendo el consejo prematrimonial
algo bastante nuevo, será importante enseñar su utilidad a la congregación. Además, por medio de la predicación y algunas
conferencias se pueden presentar muchos de los conceptos que servirán a las parejas que están preparándose para el matrimonio.
Algunos consejeros y pastores han descubierto que los retiros son una manera muy práctica para preparar a los jóvenes en particular,
para aquella futura vida conyugal. En los retiros y conferencias se pueden enfocar los asuntos del crecimiento espiritual
como parejas, algunas áreas de ajustes, los propósitos del matrimonio, las pericias de la comunicación y el significado de
la ceremonia.
Cada sesión o conferencia, cada sermón, cada retiro donde
se trata del matrimonio amplía el conocimiento de los que anhelan tener un hogar cristiano y feliz. Sin embargo, toda aquella
preparación de las parejas no es suficiente, cada pareja de novios precisa una orientación que enfoque sus problemas personales
y que esté directamente relacionada al enlace que espera contraer en un futuro no lejano.
La pareja debe solicitar los consejos
del pastor entre cuatro a seis meses antes de su proyectada fecha de bodas. Debe estar bien claro que ellos tendrán que participar
en una serie de conferencias personales con el pastor antes de cederles el privilegio de usar el templo para su matrimonio.
El pastor puede poner tentativamente la fecha de bodas, escogida por la pareja, en su calendario y en el de la iglesia, pero
depende de las conferencias si el pastor presenta la solicitud de la pareja a la iglesia.
La cantidad de las conferencias puede variar entre cuatro
y seis o pueden ser menos si las parejas han participado en retiros o conferencias para los grupos de novios, o si son muy
conocidos por el pastor.
Que el señor les bendiga.
Hno. Fredy Monterroza.
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