El
propósito de estas líneas es para animar a todos aquellos que en su esfuerzo por llevar la bendita Palabra de Jesucristo han
pasado por tribulaciones, angustias, rechazos, han sido talvez humillados y maltratados por causa del amor de Cristo. Es mi
deseo que este humilde pensamiento acompañado de versículos de la Biblia y testimonios de mártires que caminaron en este mundo
y que sufrieron en carne propia las más horribles persecuciones y torturas hasta la muerte por ser cristianos convertidos
al evangelio. A pesar de todo nunca sedieron ante las horrendas amenazas, su fe era inquebrantable y prefirieron morir
antes que negar la fe en Cristo nuestro Salvador. Si te sientes cansado y abatido fortalecete en Jesús y en
el Poder de su Santo Espíritu.
Esteban murió en el año 35 d.C.
La
Biblia cuenta el relato del primer mártir de la iglesia del principio un hombre llamado al “servicio de las mesas”, o sea para ayudar a suministrar los alimentos de las viudas pobres de aquella
localidad; su nombre es muy conocido y me refiero a Esteban. La Biblia lo describe como un hombre lleno de gracia y de poder,
que hacia grandes prodigios y señales entre el pueblo. Este varón no judío vivía en Jerusalén.
Como
estudiante de las Sagradas Escrituras se destacó en el debate religioso, y sus argumentos con los miembros del Sanedrín en
el año 35 d.C. (Hechos 7) lo llevaron a que los principales sacerdotes lo acusaran de herejía. Ellos arrastraron a Esteban
fuera de la ciudad, lo lanzaron dentro de un hoyo y lo apedrearon hasta matarlo.
Saulo de Tarso un famoso fariseo educado bajo la dirección de Gamaliel uno de los mejores maestros de aquella época, mas tarde
Saulo fue sacudido por una visión que lo condujo a su conversión y que mas tarde llegó a ser conocido como el gran apóstol
Pablo.
A
Esteban se le considera el primer mártir del cristianismo. Antes de su muerte pronunció las siguiente palabras registradas
en Hechos 7:56,59-60: “He aquí, veo los cielos abiertos y al hijo del hombre que está a la
diestra de Dios… Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor no les tomes en cuenta
este pecado.”
Pablo murió el año 65 d.C.
El
apóstol Pablo dijo: ¿Quién nos separará del amor de cristo? ¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro
o espada? Como está escrito: “por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero”.
Antes en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la
muerte ni la vida, ni Ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de cristo Jesús, Señor nuestro.
Todos
sabemos que Pablo antes Saulo se esforzó por destruir la fe cristiana, contribuyendo a la fe de muchos creyentes incluyendo
la del primer mártir ya mencionado, su conversión se registra en Hechos 9:1-19.
Como
cristiano pablo se esforzó para expandir el evangelio de Jesucristo aun mas apasionadamente que lo que jamás hizo por perseguir
a los creyentes, y casi fue el único, por así decirlo, de predicar el evangelio a los gentiles durante el primer siglo. Sus
cartas a varias iglesias, documentadas en el Nuevo Testamento, ayudaron a establecer a la iglesia por todo el mundo.
El
libro de los Hechos registra que a Pablo lo encarcelaron por dos años en Roma, probablemente fue martirizado durante la persecución
del emperador Nerón.
Que
hermosos pensamientos dejó plasmados en sus cartas para que todos los creyentes en la fe sean fortalecidos a través de las
vicisitudes de la vida.
Policarpo
de Esmirna.
69-155
d.C.
Policarpo
de Esmirna nació aproximadamente el año 69, y fue obispo en la ciudad de Esmirna. Se cree que haya conocido a algunos de los
discípulos originales de Jesús; y entre los mártires era el más avanzado de edad. Fue arrestado durante un festival pagano
en momentos en que tenia ochenta y seis años. Cuando las autoridades le ordenaron que abandonara su fe, Policarpo contestó:
“durante ochenta y seis años he sido siervo de Dios, y él no me ha hecho daño. ¿Cómo puedo entonces blasfemar contra
mi Rey, quien me salvó”? sus perseguidores se llenaron de ira y lo quemaron vivo. Las siguientes palabras de Policarpo
demuestran su profunda fe.
Quiera
Dios el Padre, y su sempiterno sumo sacerdote Jesucristo, fortalecernos en fe, verdad y amor. Y nos de nuestra porción entre
los santos con todos los que confían en nuestro Señor Jesucristo. Oramos por todos los santos, reyes y gobernantes, por los
enemigos de la cruz de Cristo y por nosotros mismos; oramos para que nuestro fruto pueda abundar y que podamos ser mas completos
en Jesucristo nuestro Señor.
Señor Dios todo poderoso, Padre de tu amado y bendito hijo Jesucristo, por medio del cual hemos llegado a tener pleno
conocimiento de ti. Dios de los Ángeles y del poder y de toda la creación, te bendigo por haber considerado digno este día
y esta hora, que yo pueda compartir en el numero de mártires, beber la copa de tu Cristo, que yo pueda levantarme y vivir
para siempre, de cuerpo y alma, en la incorrupción del Espíritu Santo. Que pueda ser yo admitido con los mártires en tu presencia
este día como un sacrificio bienvenido y aceptable. Tu has hecho de mi vida una preparación para esto; tu me has dejado ver que esto iba a suceder,
y ahora tu has hecho que ocurra, por que tu eres el Dios verdadero y fiel. Por esto y por todas las cosas, te alabo y te doy
a ti la gloria, mediante el sempiterno alto sacerdote, Jesucristo el celestial, tu amado hijo. Él está contigo y el Espíritu
Santo. Por medio de él puedas tu recibir gloria ahora y para siempre. Amen.
Justino Mártir
100-165
d.C.
A
Justino lo llamaban el “mártir’, fue un maestro y actor y su especial interés eran los filósofos griegos Pitágoras
y Platón. Justino era un ferviente buscador de la verdad, aunque no era creyente al principio; pero un casual encuentro con
un viejo creyente en el mar lo condujo a una nueva fe, y a los treinta años se hizo cristiano. Las historias de los mártires
fueron importantes para su conversión; a este respecto escribió la siguiente nota: “cuando a la viña se le poda y recorta,
de ella brotan nuevos retoños y mas abundante fruto. Así es con nosotros los cristianos”.
Justino
viajó mucho enseñando filosofía desde una perspectiva cristiana. Mientras estuvo en Roma, se cuenta que le presentó uno de
sus libros al emperador Marco Aurelio, amante de la filosofía. Justino sostuvo
un candente debate con el filósofo local Crecencio, el hombre que puede haber sido el causante del arresto de Justino. Cuando
se le pidió que rindiera culto a los dioses romanos, Justino exclamó: “nadie en su sano juicio cambiaria voluntariamente
la verdad por la falsedad”. Justino fue sentenciado a morir degollado, respecto a lo cual él hizo esta declaración de
fe muy emotiva.
Yo
no pido nada mas que sufrir por la causa de mi Señor Jesucristo y por este medio ser salvo.
Si
puedo hacer esto, entonces puedo mantenerme firme confiado y tranquilo ante el tribunal de mi Dios y Salvador, cuando, de
acuerdo con su voluntad, este mundo desaparezca.
Apolonio el apologista
Murió
aproximadamente el año 185 d.C.
Los
cristianos eran considerados durante el reinado del emperador Cómodo, probablemente porque su esposa era simpatizaba con los
creyentes y se cree que se haya convertido al cristianismo. Aunque se esperaba que los cristianos mantuvieran su fe estrictamente
privada, ya que las leyes anticristianas del anterior emperador, Marco Aurelio, todavía estaban en vigencia.
Apolunio
era un prominente senador en Roma. Conmovido por la lectura de escritores cristianos, se convirtió en secreto. Sin embargo
uno de sus criados lo traicionó. Perennes el prefecto local, que por cierto hizo ejecutar al propio esclavo por la información
de traición. Apolonio defendió su fe ante Perennes, una defensa que le ganó el apodo de “el apologista”. Cuando
Perennes le preguntó: “¿Así que deseas morir?”, Apolunio dio la respuesta, lo cual no lo ayudó a resolver su situación,
pues, el prefecto lo halló culpable pese a todo, y lo sentenció a que le destrozaran las piernas y después lo degollaran.
Las
palabras antes de su muerte fueron. Yo gozo la vida; pero el amor a la vida no
me ha hecho temeroso de morir. No hay nada más grande que la vida, que la vida eterna que da la inmortalidad al alma del justo.
Simeón
de Seleucia
Murió cerca
del año 399 d.C.
El
sah Shapur II también acusó de traición a un hombre llamado Simeón, quien fue obispo de Seleucia; por tener comunicación con
su enemigo el emperador Constantino II. A Simeón le ordenaron a convertirse al mazdeísmo, religión oficial de Persia, y adorar
al dios sol solamente. Simeón se negó rotundamente declarando: El sol mismo se vistió de luto cuando el Creador y Maestro
murió en la cruz, el sah lo hizo torturar y encarcelar. Cerca del año 339, en un viernes santo, obligaron al obispo a contemplar
el degüello de cien personas de su iglesia, él mismo murió ejecutado de la misma manera. Antes de su muerte Simeón ora por
el fin de aquella persecución y por la salvación de quienes lo ejecutaban.
La
corona del mártir. Señor, concededme esta corona, la cual he anhelado; por que yo te he amado con todo mi corazón y toda mi alma. Anhelo verte, ser lleno de tu gozo y encontrar descanso. Entonces no
tendré mas que contemplar el sufrimiento de mi congregación, la destrucción de tus iglesias, la eliminación de tus altares,
la persecución de tus sacerdotes, el abuso de los indefensos, el apartarse de la verdad y la reducción del gran rebano que
yo cuidaba por este tiempo de juicio. No quiero ver mas a los que consideraba mis amigos cambiar dentro de sus corazones,
ponerse furiosos y buscar mi muerte; o los que son mis verdaderos amigos alejados de mí por esta persecución, mientras sus
verdugos disponen de nosotros.
Aun
así, intento perdurar y manifestar mi vocación abiertamente en el camino que se abre ante mí, de suerte que pueda ser ejemplo
a todos. He ocupado el lugar de honor en la mesa; tendré también el lugar de precedencia cuando se trata de morir, seré el
primero en ofrecer mi sangre.
Entonces
entraré con mis hermanos en esa vida que no sabe de problemas, de dificultades, de ansiedades; una vida donde no habrá ni
perseguidores ni perseguidos ni opresores ni oprimidos ni tiranos ni victimas.
En
esa vida no encontraré tampoco la amenaza de reyes ni el insulto de prefectos; ningún tribunal me juzgará ni me causará temor,
ni se hallará violencia ni coerción.
Una
vez que fije mis pasos en tu camino, no daré más tumbos. Allí, mi cuerpo atribulado encontrará sanación y reposo, por que
el Ungido será el aceite derramado sobre nosotros.
La
angustia de mi corazón se desvanecerá cuando tome de ti, cáliz de nuestra salvación. Mi gozo y mi consolación, tu apartaras
las lagrimas de mis ojos. Amen.
Sabas el gótico
Murió
cerca del año 372 d.C.
En
la parte gótica de la ciudad de Targoviste, hoy territorio rumano, vivió en el siglo IV un joven de nombre Sabas, que se convirtió
al cristianismo y comenzó a servir en la iglesia de su ciudad. Aunque sobrevivió a varias olas de persecución, en cierta oportunidad
un grupo de soldados lo arrestó, y como castigo lo obligó a comer carne de animales sacrificados para los dioses paganos.
Se negó rotundamente y como consecuencia de esto comenzaron a torturarlo junto con otros cincuenta creyentes. Finalmente lo
lanzaron al río Mussovo y murió ahogado.
Sus
últimas palabras fueron las que siguen.
Bendito
seas tú, Señor, y pueda el nombre de tu hijo ser bendito para siempre. Yo puedo ver lo que los que me persiguen no pueden;
al otro lado de este río hay una multitud esperando recibir mi alma y llevarla a la gloria.
Carlos
Estuardo
1600 –
1649
Carlos
I fue rey de Gran Bretaña e Irlanda desde 1625 hasta su muerte en una época marcada por algunas de las mas violentas revueltas
en suelo ingles, que terminaron en una guerra civil. El Parlamento de Inglaterra estaba entonces adquiriendo mas poder, y
Carlos resistía fuertemente su creciente independencia. Luego, por una orden del Parlamento Carlos fue arrestado, y un tribunal
compuesto por sesenta y siete jueces lo juzgó, despues de condenarlo por tirano y enemigo de la nación, lo ejecutaron el 30
de Enero de 1649. Aunque se le consideraba un rey débil que llevó muchos de sus desastres sobre si mismo, se le cuenta entre
los mártires por su determinación de defender la iglesia en Inglaterra que le llevó a la muerte. Finalmente, enfrentó el trance
valientemente y con gran fe, como puede verse en sus últimas palabras.
“Voy de una corona corruptible a una corona incorruptible, donde no puede haber disturbios
de ninguna clase”.
William Laud.
1573 – 1645
En
el siglo XVII, William Laud, arzobispo de Canterbury, fue uno de los más influyentes cristianos en una época altamente problemática
en la historia de Inglaterra. Bajo el rey Carlos I, Laud trabajaba arduamente por contener la influencia de los calvinistas,
puritanos y presbiterianos, a favor del mantenimiento de las doctrinas anglicanas, Laud estuvo involucrado en muchas controversias
políticas y religiosas. Aunque sus edictos fueron algunas veces autoritarios, creía que era lo que los tiempos exigían, y
la sinceridad de su fe está fuera de toda duda.
Eventualmente
provocó disturbios en Escocia al insistir en que las iglesias escocesas adoptaran el
libro de oración de oración común de la iglesia anglicana. A medida que la inquietud aumentaba transformándose en lo que
se llamó “la guerra de los obispos”, el Parlamento ingles decidió cortar
con el problema de raíz. Para pacificar a los rebeldes; el Parlamento acusó a Laud de alta traición, a pesar de que no se
presentó ninguna prueba específica de acto delictivo. Entonces lo arrestaron en 1641 y pasó cuatro años encerrado en la Torre
de Londres, donde finalmente lo decapitaron, el 10 de enero de 1645. Antes de despedirse de la vida terrenal pronunció esta
conmovedora oración desde la plataforma de su ejecución.
Señor, voy tan pronto como pueda; se que debo pasar a través de la sombra de la muerte antes de
llegar a ti, pero esto es solo la mera sombra de la muerte; un poco de oscuridad sobre la naturaleza; pero tu, por tus meritos
y tu pasión, has penetrado a través de las fauces de la muerte. El Señor reciba mi alma y tenga misericordia, y bendiga este
reino con paz y abundancia, con amor de hermanos y caridad, que quizás no haya esta efusión de sangre cristiana entre ellos,
en el nombre de Jesucristo, si es tu voluntad. Señor, recibe mi alma.
Félix de Tibiuca
Murió el
303 d.C.
Dioclesiano
fue emperador de Roma de 284 a 305. Durante la primera parte de su reinado simpatizó con los cristianos, pero la intriga de
Galerio, uno de sus consejeros, izo que Dioclesiano iniciara la última ola de persecución romana contra los cristianos. Decretó,
que todas las iglesias debían entregar su Biblia y que todos los cristianos ofrecieran sacrificios a los dioses romanos. Este
decreto bajo pena de muerte se mantuvo en vigencia durante los ocho años posteriores a la adición de Dioclesiano en el año
305.
La
persecución terminó el día de su muerte el año 313, por un edicto del nuevo emperador y gobernante cristiano de Roma, Constantino
I.
Cerca
de las primeras persecuciones de Dioclesiano, un obispo llamado Félix, en el pueblo de Tibiuca, al norte de África, rehusó
entregar el ejemplar de la Biblia de su iglesia a las autoridades de Roma. Esta negativa fue suficiente para su arresto y
decapitación, junto con otros creyentes.
Su
ejecución se llevó a cabo el 15 de Julio de 303 d.C.
Sus
últimas palabras fueron las siguientes:
Señor,
te doy gracias. Tú eres misericordioso en concederme este alivio. Dios te doy gracias. He vivido en este mundo por cincuenta
y seis años. Me has mantenido puro, he seguido el evangelio, he predicado la fe y he enseñado más que la verdad. Jesucristo,
Señor del cielo y de la tierra, me doy a mí mismo en sacrificio, por que tú eres el eterno. Gracia y poder son tuyos y serán
para siempre.
Francisco Fernández de Capillas
1608-1648
Francisco
Fernández de Capillas nació en España en 1608. Entró en el monasterio de los dominicos a los diez y siete años y a los veinte
y tres se ofreció voluntariamente como misionero a Filipinas. Pese a las dificultades en la jungla, infestada de enfermedades,
anhelaba mayores sacrificios y pidió que lo transfirieran a un campo misionero más peligroso. Esperaba el traslado a Japón,
donde muchos misioneros habían muerto pero finalmente fue a fukien, China. Varios años después, los tártaros invadieron la
región y Francisco calló prisionero. En el juicio se le acusó de brujería, de espionaje y de rechazar el (sacrificios a los
antepasados). Aun que sufrió muchas torturas en prisión logró convertir al carcelero y a varios presos al cristianismo. Finalmente
el 1648 los jueces, desconcertados por la fe obstinada de Francisco, lo condenaron a morir decapitados con el falso cargo
de estar ligado al ejército rebelde que sitiaba la ciudad.
Al
declarar su disposición de morir por Jesús escribió la siguiente oración: No tengo hogar sino el mundo, no tengo cama sino
el suelo. No tengo alimentos, sino los que la providencia me envía de día en día, y no otro objetivo que hacer su voluntad
y sufrir si es necesario por la gloria de Jesucristo y por la eterna felicidad de aquellos que creen en su nombre. Amen.
Cuando
leemos la historia de nuestros hermanos en los albores del cristianismo, y vemos a través de sus notas, todo el sufrimiento
por el cual tuvieron que pasar para obtener la vida eterna, nos damos cuenta que fueron hombres llenos de convicción, llenos
del poder del Espíritu Santo. Hombres, mujeres y niños que como la historia del cristianismo cuenta, que fueron sometidos
a horribles torturas, fueron lanzados en lugares (como el coliseo romano) para ser devorados por leones. Para ser quemados
vivos ante los ojos de aquellos, que no entendieron la razón, el motivo de la venida de Jesucristo al mundo. (Juan 3:16).
La
historia de ellos, me recuerda las palabras del mismo apóstol Pablo cuando dijo: "Pero tenemos este tesoro en vasos de barro,
para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros,
mas no desamparados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas
partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Por que nosotros que vivimos,
siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
De manera que la muerte actúa en nosotros, y vosotros la vida. Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que esta
escrito: creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, sabiendo el que resucitó al Señor
Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. Por que todas estas cosas padecemos
por amor a vosotros para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios.
Por tanto, no desmayemos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueve
de día en día. Por que esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;
no mirando nosotros las cosas que se ven sino las cosas que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las
que no se ven son eternas". (2 Corintios 4:7-18)
Es
maravilloso ver que aun el gran apóstol no estuvo exento de tribulación, pero gloria sean dadas a Dios por el poder que nos
da para ser más que victoriosos en Cristo Jesús Señor nuestro. Al final de toda nuestra carrera por este mundo podemos expresar
palabras como las que expresaron nuestros hermanos creyentes en la fe, o aquellas palabras que dijo el apostol Pablo; cuando
su carrera estaba por culminar: Por que yo ya estoy para ser crucificado, y el tiempo de mi partida está cercano. He peleado
la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual
me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino a todos aquellos que aman su venida. (2 Timoteo 4:6-8).
Que
Jesucristo nuestro Señor te bendiga.
Hno.
Fredy Monterroza.
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